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@rodolfodiazf
La palabra rapidación no es un vocablo aceptado por la Real Academia Española, sin embargo se utiliza para referirse al sistema de vida imperante en esta sociedad de consumo, en la que se vive de una manera acelerada y totalmente desequilibrada.
El Papa Francisco, en el número 18 de la encíclica Laudato si, señaló: “A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la intensificación de ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman “rapidación”.
Bergoglio precisó que estos cambios vertiginosos no van a la par con la lentitud de la evolución biológica: “A esto se suma el problema de que los objetivos de ese cambio veloz y constante no necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible e integral. El cambio es algo deseable, pero se vuelve preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad”.
En esta encíclica en que trata sobre el cuidado del medio ambiente, el Papa insistió en que debemos llevar un ritmo de vida equilibrado, con una paz interior profunda y en íntima comunión con la naturaleza:
“La naturaleza está llena de palabras de amor, pero ¿cómo podremos escucharlas en medio del ruido constante, de la distracción permanente y ansiosa o del culto a la apariencia? Muchas personas experimentan un profundo desequilibrio que las mueve a hacer las cosas a toda velocidad para sentirse ocupadas, en una prisa constante que a su vez las lleva a atropellar todo lo que tienen a su alrededor. Esto tiene un impacto en el modo como se trata al ambiente” (LS 225).
¿Me dejo conducir por la “rapidación”? ¿Lleno mi vacío interior con desenfrenado activismo y objetos de consumo?