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“La más peligrosa de todas las debilidades es el temor de parecer débil”
J. B. Bossuet
Maquiavelo, quizá el más célebre arqueólogo de los misterios del poder, lo señaló. No hay fórmula, pero sí claras lecciones para su ejercicio. A un año de gobierno, AMLO gana posiciones, pero pierde poder. ¿Por qué?
La gran intriga sólo existe en su imaginación. Hasta los más encendidos opositores saben que una crisis severa a nadie le beneficiaría. Pero para allá vamos. La intriga es personal e interna. El poder no le ha sentado bien. Hay gobernantes que crecen, entienden que el verdadero poder sólo se adquiere sumando, no dividiendo. Conquistan con una astuta bonhomía a sus adversarios... y vencen. No pelean batallas perdidas, reconocen -con elegancia- la razón en los otros. Sumando a adversarios, adquieren poder. No es el caso, hoy tiene más adversarios que en el 18. Su lógica es otra, bastante burda y desgastante. No sabe convencer, por eso impone. Enseña así su profunda debilidad.
La versión más socorrida de por qué canceló Texcoco, será la de dar un golpe en la mesa para demostrar quién manda. Qué triste. De ser cierto sería primario e ingenuo. Esa omnipotencia hoy no existe. De dónde la saca. En una sociedad compleja las decisiones de un gobernante son tamizadas por la realidad. Para el caso las limitaciones técnicas, las inversiones realizadas, los costos, etc. Ha tenido muchos meses para corregir su propio discurso, por ejemplo, las corruptelas han sido eliminadas y por eso decido... (lo que es de sentido común). El Principito y muchos más aplaudirían. Hoy sería más poderoso, no sangraría por esa herida. Su debilidad interna lo traiciona.
Sus entelequias hoy lo persiguen. De creceremos al 4 por ciento, a decir el crecimiento no importa. Cero en economía. La caída en la inversión, la afectación al empleo y al consumo, son hechos. Con ellos está peleando. ¿Y la violencia? ¿Quién va a ganar, la realidad o sus fantasías? Volverá a perder y perderá poder. “México ya tiene una fama distinta”, habla de corrupción. ¿De dónde lo saca?, no hay cifras. Barrer la escalera es una caricatura, no una estrategia. No lo acepta, otra debilidad. Pensó que enterrar la parafernalia del poder le daría fortaleza. Falso, si fuera seguro de sí mismo, se treparía al avión demostrando que la diferencia radica en él, no en la parafernalia. Eso sería poder. Es como no ponerse corbata para no ser tildado de burgués. ¡Qué debilidad! Ocultar su protección delata que necesita disfrazarse de sencillez para comprobarse distinto.
Que no hable idiomas, como no los han hablado varios presidentes, no lo incapacita para lidiar batallas internacionales. El premier chino no es débil por necesitar un traductor. López Mateos se desplegó por todo el mundo así. Es debilidad interior, no la circunstancia. Quizá por ello hable a diario de su solidez y fortaleza moral y ética, necesita recordárnoslas y también a él mismo, así se siente protegido. La persecución a los órganos autónomos es el mismo síndrome, su argumentación es frágil, inverosímil: pretenden destruirme. Quitarles recursos a sus aliados institucionales, -979.9 mil millones de pesos más para Pemex y CFE, pero mil menos al INE- lo debilita. Los energéticos los podemos importar. Una democracia sólida sólo puede ser creación nuestra. Esos órganos alimentan la fortaleza del estado, su fortaleza. Atacarlos es dispararse en el pie. INE, INAI, INEGI, COFECE y otros órganos fuertes, mostrarían seguridad interior. Con un banco central fuerte y autónomo, su poder se acrecienta. Imponerse en la CNDH exhibió sus miedos. Lo mismo que destruir al INEE. Mejor no ser evaluado. “Ni una coma...” al presupuesto, otra carísima imposición que le resta poder.
A pesar de la votación masiva, se comporta con una brutal debilidad. Por eso requiere de aplastar. ¿Qué más necesitaría para ser seguro? Reconocer sus debilidades, como diría Gandhi, para cuidarse y ser más fuerte. Pero hoy nos hunde en sus laberintos.