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Cuando la pesadilla del Covid-19 termine tendremos a muchas mexicanas y mexicanos buscando trabajo. La pregunta es si habrá empleadores. Pienso que esta pregunta debiera guiar la toma de decisiones.
La gran mayoría de las economías del mundo sufrirán las consecuencias de la pandemia de Covid-19. Se proyecta una caída de 3 por ciento a nivel mundial para este año. Pero como siempre, a unas les irá mal y a otras peor. México se encuentra entre éstas últimas. Una de las razones es que, como explica The Economist, las crisis exhiben y exacerban las debilidades estructurales de las economías.
Por desgracia caemos en la categoría de las economías a las que les irá peor tanto si nos comparamos a nivel global o regional. Antes de la aparición del Covid-19, la economía ya presentaba una perspectiva de desaceleración. En 2019 el crecimiento fue de -0.1 por ciento del PIB en 2019 y los pronósticos para el 2020 estaban en el mejor de los casos por debajo del 1 por ciento pero muchos lo ubicaban en cifras negativas. Hoy se habla de un -6.6 por ciento.
De los tres factores que según The Economist provocarán peores resultados en la recuperación, México califica en todos: la estructura industrial, la composición del sector corporativo (la parte de la actividad económica de un país que está en manos del sector privado) y la efectividad de los estímulos fiscales.
El aislamiento que exige la pandemia del Covid-19 le pega más a México porque su economía es mucho más intensiva en mano de obra que las economías más avanzadas. Piénsese tan sólo en que el 57 por ciento de los empleos son informales y la mayoría de ellos no pueden llevarse a cabo de manera remota. Peor aún, dentro de la formalidad México depende en gran medida de dos sectores que son intensivos en mano de obra y que no pueden hacerse desde casa: la industria de la construcción y la turística. La primera ha sido una gran generadora de empleos directos e indirectos. En 2019 empleó a más de 6 millones de trabajadores sin contar los más de 3 millones de puestos de trabajo que el sector de la construcción generó de manera indirecta.
Con el turismo ocurre lo mismo. Para finales de 2019 este sector generaba 4.4 millones de empleos, 8.9% del empleo nacional (INEGI). “Con una recesión de 2 por ciento en 2020 y una reducción del número de turistas de internación de 10 por ciento -lo cual luce optimista en este momento- el turismo doméstico se reduciría en -2.7 por ciento y el consumo del turismo internacional en su conjunto se reduciría en -12.5 por ciento. Lo anterior se traduciría en una reducción de -4.1% del PIB turístico” (José I. Casar).
La composición del sector corporativo tampoco ayuda. La economía mexicana tiene un componente muy grande de micro, pequeñas y medianas empresas: más de 4 millones (MIPyMES), clasificadas en los sectores de manufacturas, comercio y servicios privados no financieros (INEGI). Éstas son responsables del 71 por ciento. de la totalidad de los empleos.
Finalmente, The Economist menciona el tamaño y diseño de los estímulos fiscales como factor determinante para salir “menos peor” de la crisis. Aquí tampoco calificamos bien. Mientras algunos países han tomado la política de preservar en la medida de lo posible los estándares de vida (dinero en efectivo a manera de seguro de desempleo complemento del ingreso de los hogares o entrega de “básicos de consumo”), otros han mantenido el empleo a través de subsidiar salarios.
En México, poco: se han anunciado 2 millones de créditos de 25 mil pesos a una tasa de 6.5 por ciento. para las pequeñas y medianas empresas que hayan cumplido con no despedir trabajadores y 1 millón para los informales, créditos a la vivienda e impulsar obras de infraestructura (suponemos que las cuatro emblemáticas del gobierno porque la mayoría de las actividades ya han sido clasificadas como no esenciales).
El Gobierno no ha armado un estímulo fiscal como en otros países que llegan hasta el 10 por ciento del PIB. En México el paquete de apoyo alcanza el 0.1 por ciento.
Puede ser que, como dijo el ausente secretario de Hacienda, la estabilidad financiera esté respaldada por los altos niveles de la reserva internacional por 185 mil 600 millones de dólares, por la Línea de Crédito Flexible abierta con el FMI por 61 mil millones de dólares, el swap abierto con la Reserva Federal por 60 mil millones de dólares y por los fondos de estabilización, pero las pequeñas y medianas empresas no tienen amortiguadores de liquidez y no tienen para aguantar más de un mes sin funcionar. Por eso urge proteger a los empleadores. El gobierno no lo está haciendo.