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El gobierno lanza saliva; el hampa balas
Estuvo cerquita Culiacán de vivir un “viernes negro”, similar al de la jornada violenta del jueves 17 de octubre de 2019, al diseminarse otra vez el miedo por toda la ciudad y no poderlo contener la mentira que 48 horas antes nos trajo el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño, quien dijo en Mazatlán que Sinaloa va en el camino adecuado en lo que concierne al combate a la violencia, ni la cerril significación que el Alcalde Jesús Estrada Ferreiro, les da a las balaceras. Así nos están cuidando: sólo con frases descerebradas.
Los dos bazukazos de saliva, el de Durazo que durante la sesión del Gabinete de Seguridad Nacional consideró que “Sinaloa ha ido mejorando de manera sustantiva su posición en los resultados favorables en materia de seguridad pública” y la de Estrada que explica “una balacera es porque hay muchas balas, pero balaceras es porque son muchas balaceras de muchas balas” no dejan espacio a la esperanza. Al contrario, confirman lo jodidos que estamos.
Si el “Culiacanazo” de octubre evidenció el dominio numérico y táctico de la delincuencia sobre la fuerza pública, el 6 de marzo de 2020 reiteró que las capacidades ofensivas del crimen organizado están intactas. Nada ni nadie interrumpe la logística del hampa que se apropia de las calles y de los sitios estratégicos, insistiendo en presentarle como gobierno de facto.
De una fecha a otra son 140 días de derrotas sistemáticas al estado de derecho y a los responsables de hacerlo valer. Hechos de nota roja impregnados de terror han marcado de manera intermitente el calendario y, en contraparte, las autoridades, cuerpos policiacos y corporaciones militarizadas no presentaron detenciones, decomisos de armas o estrategias pro paz, mismas que tampoco rinden el Gabinete de Seguridad nacional y el de Sinaloa.
No es solamente Sinaloa sino México entero el que registra la rendición frente a los delincuentes, sin más combate que el de la baba gastada en discursos repetitivos tanto en los términos como en los fracasos. ¿Cuántos miembros del narcocrimen han sido detenidos? ¿Cuál es el plan para el desmantelamiento financiero de estas organizaciones? ¿Quién conoce las metas objetivas respecto a la operación de las policías federales, estatales, militarizadas y Fiscalías nacional y estatal para imponer la ley y el orden?
No escuchamos respuestas, lo único que se oyen son más balaceras. El Presidente Andrés Manuel López Obrador debe decirnos, ya, en qué consiste su más elemental programa para proteger la vida de los ciudadanos de bien dejando de lado la inútil arenga de “abrazos, no balazos”. El Gobernador Quirino Ordaz Coppel requiere de medidas propias que dispersen la percepción de que está dejando la seguridad de los sinaloenses a la suerte de lo que la federación dudosamente quiera o sepa hacer. ¿Y los alcaldes? Por lo menos que no se burlen del sentimiento de indefensión que invade a la población.
Mientras la espera sigue, la gente reza y los gobernantes e instituciones se decidan a trabajar, la capital de Sinaloa insiste en retar la imaginación de las producciones que crean contenidos de la barbarie local para venderlas a las empresas de servicios de video streaming. Los acontecimientos en el Hospital General Regional 1 del Instituto Mexicano del Seguro Social, con imágenes de balas, pánico y desorden que le dieron la vuelta al mundo, debieron llevar la advertencia de “cualquier parecido con las series de narcoviolencia no es mera coincidencia”.
Pero hay otro aviso de alerta que nunca tendría que faltar ante hechos como el enfrentamiento en Loma de Rodriguera, el intento por asesinar a policías en La Conquista, la intercepción de vehículos con armas en la ruta a Imala y la refriega dentro de las instalaciones del IMSS. Es aquel que le diga a la población que a las autoridades federales, estatales y municipales les vale la seguridad de las familias sinaloenses.
Y sí. Es verdad que esta vez el Ejército, la Guardia Nacional y las policías estatales y preventivas se coordinaron para evitar que la situación pasara a mayores, al detener a los cuatro sujetos que ingresaron al área de urgencias del IMSS para rematar o rescatar a la persona que resultó herida en Loma de Rodriguera, así como impedir que un comando armado ultimara a policías en el sector La Conquista. Eso nadie lo niega, pero tampoco se deja de ver que es más consistente la delincuencia con sus ataques que el Estado en garantizar seguridad pública.
La sociedad sinaloense no bajará la guardia en la exigencia de paz hasta que sea realidad en vez de embuste la voluntad política por la salvaguarda de la integridad física y patrimonial. El viernes de la semana pasada la moraleja va en ese sentido. Que estén quietas las campanas, que no sean echadas a vuelo ni doblen por los muertos en tanto la vía pública sigue ocupada por sicarios, los ciudadanos huyen despavoridos de las balaceras... y el gobierno no quiere, no puede o no sabe alzarse por encima de aquellos que a punta de bala hacen creer que ellos son los que deciden.
Reverso
En Culiacán ofrecemos tomates,
Y en el beis pegamos jonrones,
Pero también tenemos orates,
Con muy malévolas intenciones.
Una guerrera en cada mujer
Por las niñas inmoladas, por los feminicidios sin justicia, por las madres despojadas de sus hijos, por las mujeres desplazadas por la violencia, por las incansables luchadoras sociales, por las que gritar para tener vida digna, por las que son maltratadas en sus casas, por las que pelean palmo a palmo por sus derechos. Por las mujeres, todas, heroínas diarias en cualquier contexto de persistencia.