Cuauhtémoc Celaya Corella
celayacorella@hotmail.com
El llamado buen fin coincide con un día feriado del calendario civil, en donde se intercambió el día 20 de noviembre por el lunes más cercano a dicha fecha. De todo Culiacán y partes circundantes salen personas de todo tipo y edad, y se dejan ver en los centros comerciales y lugares de recreo. No sé, si es el fin de semana de los 52 del año en que hacen falta más calles y estacionamientos en la ciudad.
Es en ese puente, en donde pareciera que Culiacán tiene muchos más habitantes que los que aparenta tener, pues salen autos y personas de todos lados. Recorrí algunos centros comerciales, incluido el viejo centro comercial de la ciudad, que suele ser llamado centro histórico, con el fin de ver pasar las horas viendo personas y sus conductas como compradores, y verlas actuar como el fenómeno sociológico más concurrido del año.
¿Pues qué crees Inge? Que subiendo las escaleras eléctricas de uno de esos centros comerciales, llamados plazas, veo en posición de descanso a un viejo amigo, descansando en una banca. Me acerco para saludarlo y preguntarle por qué ya no se deja ver por los cafés de la ciudad.
Es de origen oaxaqueño y no sé por qué vivió algunos años en Culiacán, y no llegó como mano de obra para la zafra tomatera, y sí en cambio goza de la bonhomía amistosa de muchos culiacanenses.
A la pregunta de ¿dónde te escondes Ingeniero, que no he tenido la suerte de encontrarte? Sonríe y me dice, ah que Cuauhtémoc, mira, continua como buscando en la nada las palabras para explicar su ausencia de dichos espacios de buen aroma, donde se platica todo para no llegar a algo, salvo fortalecer la amistad.
Me hace una seña para compartir la fría banca de metal. La última vez que nos vimos, le dije, leías un libro titulado El Pequeño Cerdo Capitalista. Buena memoria, me contestó a la vez que me decía, me fui a la ciudad de México porque un compañero de la generación, a principios de año lo nombraron director del proyecto del tren ligero que tiene el gobierno de AMLO, y llamó a varios de la generación para estar como asesores de dicho proyecto.
Somos varios -continúa- que asistimos una vez al mes o las que se requieran para opinar y reforzar ideas al respecto y recibo una iguala, nada mal por cierto. Y me da tiempo de visitar a mis hijos que están, en Morelia, en la misma CDMX y familiares en Querétaro. Desde que me fui, no había vuelto, acá tengo una hija, pero fíjate licenciado, ya me aburrí, ya me quiero ir, apenas tengo unos cinco días, además, he visto a Culiacán muy sucio, y pues como que ha perdido cierto atractivo para mi gusto. Viví varios años acá.
¿Pues no que se iba acabar la corrupción con este gobierno? Fue mi comentario, porque eso de ser asesores una vez al mes del Director del proyecto, como que no suena muy transparente el asunto, comenté. Sonrió y me dice, pues es el destino de los ganadores, y claro, sí, no me digas, le dije, sin dejarlo terminar, también es el destino de los perdedores. Le causó gracia el comentario y me dijo: tú si sabes.
Y me pregunta: ¿Por qué tan sucio Culiacán? Ves basura por todos lados, guarniciones quebradas en los bulevares, calles con mucha tierra, se ve que no barren, muchas viejas fachadas pintarrajeadas que afean la ciudad, y luego mucho “loco” manejando. Sí, le comento, es un problema de dos vertientes en un solo vértice, baja cultura y poca educación. Eso es lo que hace que la ciudad no brille. Pero ahora es más el descuido, comenta.
Me ve sorprendido y me pregunta: ¿Por Qué? ¿Anda mal el gobierno municipal ? Pues no lo sé, le dije, pero por la víspera se saca el santo, decía mi abuelo.
Lo que si te puedo decir es que Culiacán, como cualquier otra ciudad, no es con un ejército de limpiadores municipales como podría verse limpia, lo sabes como ingeniero que eres, somos nosotros los habitantes, que producimos la basura y la lanzamos a la calle sin respetar los horarios que nos dicen las autoridades que debemos de observar para contribuir a la limpieza de calles, jardines, parques y plazuelas públicas. Ojalá, nos convirtiéramos en un ejército de no ensuciadores de la casa de todos que es la ciudad.
Tienes razón, me dijo, y agregó, mientras no aumentemos los niveles de educación y nuestro grado cultural y lo llevemos a una práctica diaria, Culiacán no podrá estar en un lugar dentro de las ciudades más limpias de México. Lamentable, comenté, pero la autoridad hace lo que puede, que no puede hacer mucho por cierto.
La despedida fue como todas cuando existe el propósito, pero la posibilidad de verse es lejana. Dame tu número celular y te llamaré cuando regrese.
Nos deseamos buenos momentos para cerrar el año y mejores deseos para el que se ha iniciado. Tienes suerte ingeniero, le comenté al despedirnos, te sacaste la lotería por seis años y ya llevas uno. Yo sé quien estuvo 18 sin trabajar y ahora es el jefe de tu jefe, comenté al final.
Ah que licenciado, siempre de fina ironía, le escuché al tomar la escalera eléctrica.