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Una de las grandes preocupaciones de la humanidad es cómo revertir los daños infligidos a nuestro planeta y en particular al cambio climático. El Papa Francisco en repetidas ocasiones ha abordado este tema, ya sea en la Encíclica Laudato sí o aprovechando cualquier foro para invitar a reflexionar sobre esta urgente problemática.
En concreto, últimamente propuso tres importantes pistas de acción:
1. Educar en el cuidado de la casa común: “Promover en todo nivel una educación del cuidado de la casa común, desarrollando la comprensión de que los problemas ambientales están ligados a las necesidades humanas... Una educación basada sobre los datos científicos y con un enfoque ético. Es importante incluir los dos elementos”.
2. Acentuar el agua y la alimentación: “El acceso al agua potable segura es un derecho humano esencial y universal... Asegurar una alimentación adecuada para todos a través de métodos de agricultura no destructiva debería ser el objetivo fundamental del entero ciclo de producción y distribución de la comida”.
3. Transición energética: “Sustitución progresiva, sin lugar a dudas, de los combustibles fósiles por fuentes energéticas limpias. Tenemos pocos años, los científicos calculan aproximadamente menos de 30, para reducir drásticamente las emisiones de gas invernadero en la atmósfera. Esta transición debe ser rápida y capaz de satisfacer las necesidades de energía presente y futura, pero permaneciendo atentos a los impactos sobre los pobres, pueblos locales y quienes trabajan en esos sectores.
“Una manera de favorecer este cambio -añadió- es excluyendo de las investigaciones a las compañías que no satisfacen los parámetros de la ecología integral y premiando a las que sí operan concretamente en esta fase de transición para colocar al centro de su actividad los parámetros de sustentabilidad, justicia social y promoción del bien común”.
¿Cuido la ecología integral?