"Cuén contra Tere Guerra: el bozal. Sin libertades nada tendría sentido"
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No es una lucha suya, consideró María Teresa Guerra Ochoa, sino una batalla jurídica de la sociedad a favor de la libertad de expresión. La activista, académica y periodista recibió el respaldo de diferentes sectores sinaloenses antes de entrar ayer a la primera audiencia del caso, radicado en un juzgado local luego de que un el Tribunal de Distrito lo declaró fuera de su competencia, donde Héctor Melesio Cuén Ojeda la acusa a ella por la vía civil de causarle probable daño moral.
Fue una mañana en que el fantasma de la intolerancia flotó en un ambiente de por sí peligroso para el ejercicio del periodismo. Algo había en la atmósfera circundante al Palacio de Justicia que intimidaba, aunque no lo suficiente para ser cobardes. Es ese tufo de intransigencia que intenta sujetar las ideas, la crítica y las realidades, antes de que estas lleguen a los públicos desinformados y enajenados.
La solidaridad, en efecto, fue para Tere Guerra, pero en la protesta que se montó frente al acceso principal del edificio del Supremo Tribunal de Justicia del Estado rondó el sentimiento de la incertidumbre que reina en todo México ante la ola de fanatismos que amenaza con arrasar con una de las libertades fundamentales. Desde diferentes niveles de poder se pretende callar las voces que les son incómodas al poderoso.
El expediente Cuén Ojeda contra Tere Guerra es viejo. Durante tres años ha transitado de aquí a allá sin sentencia a favor de ninguna de las partes del conflicto, hasta que juez federal radicó el caso en el ámbito local que es donde el martes inició apenas la etapa procesal primaria. Ahora la bola de fuego está en la cancha del Poder Judicial de Sinaloa con la correspondiente obligación de salvaguardar los artículos sexto y séptimo Constitucional y el 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
En la víspera, circuló la supuesta declaración del también dirigente del Partido Sinaloense, en la cual se declaraba victorioso en su demanda contra Guerra. “Hoy puedo informarles que hemos triunfado con distintas medidas precautorias que los juzgados han marcado. El triunfo ha sido tal, que de 2016 a la fecha mis garantías como ciudadano mexicano han sido salvaguardadas. Me siento agradecido no tanto por quienes integran el Poder Judicial sino por nuestra Carta Magna, nuestra Constitución que de ella emanan todas y cada una de las leyes y reglamentos”, dice la presunta carta de Cuén.
Tere Guerra desmintió tal triunfalismo. “No ha habido sentencia favorable para nadie. El caso se había llevado en un tribunal federal y eso se acabó al remitirse a las instancias competentes de Sinaloa. Aquí lo que tenemos que impedir es que el STJE condene a alguien solo cuestionar a un partido o a un político; no debemos permitirlo porque cualquiera se va a sentir con derecho a hostigar y perseguir a quienes hacen uso de la libertad de expresión”, aclaró.
Nadie debería estar en los juzgados defendiendo al derecho a colocar bozales o quitárselos. Mal de nuestro tiempo, la delgada piel de los políticos y servidores públicos no resiste la suavidad del cuestionamiento que es la menos grave de las expresiones de rechazo a aquellos que con sus actos alteran el debido orden social. La indignación por los silencios impuestos es el último quejido que antecede a la mordaza.
A nadie le conviene que el flujo de opiniones se detenga. Ni a Cuén Ojeda, ni a los alcaldes de Culiacán, Mazatlán y Ahome que libran en sus respectivos municipios batallitas diarias para derribar las trincheras libres. Tampoco le queda bien al Presidente Andrés Manuel López Obrador abrir cada día nuevos frentes de beligerancia contra medios y periodistas, poniéndolos como blancos de sus enajenados seguidores.
Si esta es la lucha de Tere Guerra, por supuesto que hay que ir a su lado. Quienquiera que pretenda callarla, volverla sumisa frente a servidores públicos o actores políticos que han vuelto deporte nacional la imposición de mordazas y vendas, tendrá que topar con la muralla ciudadana que protege el Estado de derecho. Y sí: al Poder Judicial de Sinaloa le corresponde tutelar las garantías constitucionales dándole a cada quien la justicia que merece.
Ayer Tere Guerra sí asistió a la audiencia y Cuén Ojeda justificó a través de sus abogados la ausencia con un documento médico que dio cuenta de la imposibilidad a presentarse.
Inclusive, los defensores del ex Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa presenciaron y grabaron el acto de apoyo a la integrante del Colectivo de Mujeres Sinaloenses, tomando evidencias de que aquí ninguno se esconde y que dar la cara no debiera traerle consecuencias a nadie.
Reverso
Si una garganta se cierra,
Y en ella hay presa una voz,
Bien amerita una Guerra,
Contra la intolerancia atroz.
La Patria se desangra
Pobre México, sigue bañado con sangre de inocentes y el Gobierno solo articula discursos, explicaciones, más no construye respuestas. Otra sarta de mentiras armada por el Secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, resultará para justificar el ataque a la familia del activista Julián LeBarón, el defensor de las víctimas de la guerra contra el narcotráfico, que deja tres mujeres y seis niños asesinados y otros tres menores de edad lesionados. Tranquilos ciudadanos, las soluciones pueden esperar hasta que el número de crímenes harte al Presidente López Obrador o al pueblo mexicano. Qué cara se está pagando la valentía de pretender lograr un País que no sea rehén del crimen organizado.