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"OPINIÓN"

"Contingencia"

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    lqteran@yahoo.com.mx

     

    Se acerca el fin del año y la ola de fiestas navideñas están a la vuelta de la esquina, como jolgorio de la terminación de este año que quedará en la memoria de la humanidad como el año de la pandemia, misma que ha causado pérdidas de vidas humanas -lo más lamentable- y golpeado las economías de todo el mundo.

    Esperemos que llegue pronto la vacuna y con ella el control definitivo de la pandemia. Hay muchas y buenas noticias en relación a la vacuna, todas esperanzadoras de que llegamos al final del túnel en que se ha convertido la larga contingencia sanitaria, única forma de atenuar ese mal que ha asolado a la humanidad entera. En las últimas semanas se han recibido buenas noticias para la opinión pública con el anuncio de que más de una vacuna entrará al mercado farmacéutico en los primeros días del próximo año. Esto ha despertado muchas y optimistas expectativas en la ciudadanía.

    México está llamado a ser de los primeros países que reciba la vacuna por la diligente postura del presidente Andrés Manuel López Obrador, que no ha escatimado recursos económicos para ser de los primeros en obtenerla y empezar su aplicación una vez que se hayan cubierto todos los protocolos de rigor. Esos protocolos y pruebas son necesarias para entrar al mercado y para que su uso se haga con la debida seguridad de su eficacia.

    La carrera por obtener la vacuna ha sido un proceso sin precedentes en la historia, en tiempo récord los científicos van a poner en el mercado para su venta al público la vacuna; eso es muy encomiable y enaltece la capacidad de la ciencia para dar respuesta a ese virus cuya letalidad tiene asolada a la humanidad. No se había visto jamás, en relación a una pandemia, que se produjera una vacuna en tan corto tiempo, garantizando su aplicación segura, sin ningún riesgo colateral, eso es lo importante.

    Esperamos despedir el año con la confirmación de que en muy corto tiempo se va a empezar a aplicar la vacuna en nuestro país. Todos los indicadores así lo señalan. Entonces, la sociedad se prepara para muy pronto darle vuelta a la página de la pandemia, que ha trastocado a todos los sectores sociales del país y del mundo. Urge entrar en una nueva fase en la vida de los mexicanos y centrarse de lleno en las actividades cotidianas. En ese retorno a la cotidianidad los ciudadanos van a tener mucho que ver con lo que viene para el futuro del país.

    En una cosa hay consenso: no habrá ni un paso atrás en la transformación del país, que ha puesto en marcha el actual gobierno.

    Estamos en el umbral de que se inicie el proceso político donde se habrán de renovar el Congreso Legislativo de la Unión y 15 gubernaturas en entidades de la República, presidencias municipales y Congresos locales en algunas entidades; como se ve, es robusto el paquete electoral que se va a poner a escrutinio ciudadano y con su sufragio se va a decidir quién se queda y quien se va de la representación en la vida pública, así de sencillo.

    La ciudadanía está muy consciente de su rol en la próxima elección y lo va a jugar con responsabilidad y certeza en lo que le conviene a sus intereses; conoce muy bien cuáles son los intereses de la derecha y demás fuerzas políticas del pasado; la mayoría de los núcleos sociales sabe diferenciar quiénes son sus aliados históricos y quiénes aspiran alcanzar los puestos para someter a los desposeídos.

    Los ciudadanos están muy despiertos, no creen en los cuentos de las sirenas, ni en las promesas de que los lobos de antaño se volverán blancas palomas. Los fracasos, la vida dura, de grandes esfuerzos, les ha enseñado a ver el futuro que les conviene, con una lógica y agudeza que impresiona, el pueblo es sabio y se ha decidido por la senda de construir un país más justo e igualitario. Esa es la audacia que se admira en los de abajo.