Editorial
Algo mal debe de estar pasando en un País para que tenga que salir el Ejército y la Marina a confirmar su lealtad al Presidente.
Ayer, en uno de los patios de Palacio Nacional, el Secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, y el titular de la Secretaría de Marina, el Almirante José Rafael Ojeda, utilizaron sus discursos para confirmar su lealtad y apoyo al proyecto del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
¿Hay alguna necesidad de que el Ejército de un País tenga que salir a confirmar su lealtad a un Presidente? Es que acaso ¿ la lealtad debería de ser confirmada a través de un discurso? ¿fue coincidencia, se pusieron de acuerdo o se les sugirió que le dieran un espaldarazo al Presidente?
Los discursos se escucharon durante la ceremonia de condecoraciones y ascensos a elementos de las fuerzas armadas, un evento previo al desfile que conmemoró los 109 años de la Revolución Mexicana.
Lo cierto es que tanto el Ejército como la Marina se encuentran en un proceso de actualización, después de años de verse obligados a dejar sus tareas de salvaguardar la soberanía nacional para hacerla de policías antinarcóticos.
Si alguien revisara las condiciones en las que trabajan hoy nuestros uniformados y las comparara con los militares mexicanos de hace 20 años encontraría que nuestras fuerzas armadas han sufrido una transformación completa.
Además de haber participado en una guerra interna desgastante y por momentos vergonzosa, nuestros militares ya no son los mismos, nadie lo es después de haber participado en una guerra.
Molestos y dolidos por el uso que nuestras autoridades les han dado sería lógico que alguien se preocupe por su sentir, así que han obligado a sus comandantes a salir a mostrar una lealtad que en tiempos normales no tendrían porqué andar confirmando.
