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"Éthos"

"Comenzar y recomenzar"

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    rfonseca@noroeste.com
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    Muchas veces sentimos que nuestra vida carece de sentido y profundidad: vivimos sin vivir, caminamos sin avanzar, nos fatigamos sin mejorar.


    Estos son síntomas ineludibles de falta de vida interior. La vida languidece sin la llama que vivifica, la brisa que elimina la modorra, el espíritu que transforma nuestra fría materia inerte, el agua que salpica nuestro barro con la frescura de la eternidad.

    La vida interior permite no estancarse ni estacionarse, comenzar de nuevo, reiniciar el camino, recobrar fuerza y aliento. Al experimentar la vida interior tiene que darse, forzosamente, una superación de la vida anterior, tanto en lo personal como en lo comunitario y social.

    La vida interior, no nos cansaremos de repetirlo, consiste en un permanente comenzar y recomenzar, como dijo José María Escrivá de Balaguer, en el número 13 de Amigos de Dios: “Por experiencia personal os consta -y me lo habéis oído repetir con frecuencia, para prevenir desánimos- que la vida interior consiste en comenzar y recomenzar cada día; y advertís en vuestro corazón, como yo en el mío, que necesitamos luchar con continuidad”.

    En los números 77-79 de la Encíclica Fratelli tutti, el papa Francisco insistió también en la necesidad de recomenzar para aportar nuestra contribución personal, sin esperar de los demás o de las autoridades la solución a todos los problemas sociales.

    “Cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil… Que otros sigan pensando en la política o en la economía para sus juegos de poder. Alimentemos lo bueno y pongámonos al servicio del bien… Las dificultades que parecen enormes son la oportunidad para crecer, y no la excusa para la tristeza inerte que favorece el sometimiento”.

    ¿Comienzo, recomienzo y vuelvo a comenzar?