Editorial
En medio de la pandemia por el Covid-19, lo que se ha pedido a la población es que tome las medidas suficientes para que se proteja de la infección y evite contagiar a otros, principalmente los de su círculo cercano.
Pero en crisis como la sanitaria que se vive actualmente, es cuando surgen ejemplos de cómo la gente, cuando se organiza, es capaz de impulsar cambios en la sociedad y surge también, además, el ejemplo de quienes están dispuestos a llevar la contra, a pesar de los riesgos que hay de por medio, como perder la vida, por ejemplo.
Así, las razones no han faltado para no acatar las medidas de distanciamiento y las de protección personal, con sus salidas injustificadas, las reuniones sociales o la falta de protección cuando se convive en espacios públicos.
Y ahora viene una nueva etapa, la de la vacunación, y requerirá, de nuevo, la cooperación para que todo transcurra en orden. Sí, la primera etapa corresponde al personal médico que da atención en áreas Covid-19, pero luego se ampliará al resto de la población.
Porque sí, aunque estas primeras semanas son exclusivas para el personal médico, no ha faltado quien, abusando de estar cercano al círculo de vacunación, ha recibido la dosis aunque no sea personal médico de primera línea o es más, ni siquiera es personal de salud.
Los abusos han empezado a manifestarse y lo que menos requiere el País es de personas que hagan alarde de esos privilegios y de instituciones que lo toleren.
La mejor forma de que la vacuna llegue a todos es respetando los tiempos que se han diseñado, primero para el personal de Salud y posteriormente para los grupos más vulnerables y después al resto de la población.
No debería de ser ningún problema. Solo basta con que cada uno haga lo que corresponde. Solo eso.