@oscardelaborbol
Venimos de un año pavoroso que se extiende sobre este, y todavía los bordes del final se vislumbran lejos. Cambiamos de nomenclatura pero no de problemas. Para desgracia de todos, cambiar de fecha no modifica la realidad mágicamente. 2021 entra y este lunes muchos salimos de la tregua y volvemos a la refriega laboral: a nuestras oficinas virtuales, a nuestras clases frente a la pantalla, a las llamadas telefónicas de lo que siempre urge y a las reuniones de chat, que no por fantasmales y distantes son menos perentorias y reales.
El asunto no es que las cosas sigan igual, sino si es posible que nosotros las enfrentemos de una manera diferente. Hay indicios alentadores: la campaña de vacunación ya ha alcanzado a miles, aunque todos sabemos que lo que hace falta es que alcance a millones para que, de veras, surta los efectos deseados; tenemos en el norte otro interlocutor menos delirante y agresivo (que, por lo demás, para este extraordinario beneficio solo hacía falta que no fuera el mismo); habrá también elecciones que pueden renovar el equilibrio de las fuerzas políticas y mejorar el rumbo de nuestro país y, además, como ha caído tanto la economía habrá un necesario rebote, que aunque no vuelva a colocarnos al nivel del año antepasado, va a sentirse como un alivio para muchos. En suma, hay pocas esperanzas, pero hay.
Trato de entender lo que representan 130 mil muertos, esas pérdidas en el tejido familiar, esas ausencias desmantelan, rompen. Trato de entender los cientos de miles que han perdido su empleo, los millones que han visto disminuidos sus ingresos. Trato de imaginar por lo que hemos pasado, por lo que han pasado quienes tuvieron la desgracia de verse obligados a acudir a los centros de salud en busca de una solución que no existía; la angustia, la impotencia, el confinamiento. El año que recién acabó ha sido pavoroso y no termina y, por eso, es importante que se vislumbren esperanzas, aunque sean magras esperanzas. Pues la vida sigue con o sin nosotros, sigue para los que tienen la suerte de continuar, sigue porque debemos continuar. No sé por qué, no me pregunten, pero debemos continuar, resurgir, resistir hasta el día en que volvamos la vista hacia atrás y, en efecto, la desgracia, haya quedado atrás.
2021 tendrá que ser mejor. Recuperaremos las calles. Volveremos a encontrarnos en las calles. Podremos estrecharnos las manos. Saldremos de la pesadilla. Pronto las jacarandas volverán a florecer. De momento, celebremos que sí llegamos a 2021.