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Con la problemática de la Universidad Autónoma de Sinaloa se ha pretendido confundir a la opinión pública. El origen del problema es sencillo, lo que la Secretaria de Educación Pública pide a la UAS es rendición de cuentas, transparencia en el uso de sus recursos. La Autonomía es otra cosa, es la autogestión participativa, con un sentido democrático y el cumplimiento cabal de la misión de una universidad, que es educar, crear ciencia, saberes y tecnología.
Es en ese punto de transparencia en donde estriba el diferendo, el cual por lo visto va a continuar porque la conducción universitaria actual arguye otras razones y oculta el meollo del asunto. Hay instituciones y personas en lo particular, al seno del alma mater, se niegan a darse cuenta que hay un cambio en el gobierno de la República y una de las prioridades de este es erradicar la corrupción en todas sus manifestaciones. La estrategia de invocar la autonomía para ocultar los manejos internos es una salida falsa. La autonomía universitaria, repetimos, es otra cosa, con esa actitud se desvirtúa el propio principio esencial de la autonomía, es responder cabalmente a su sociedad.
Partiendo de lo anterior, podemos añadir que estamos frente a un asunto sencillo de resolver definitivamente, pero una de las partes hace malabarismo tratando de distorsionar las causas verdaderas del origen del problema, ya afectó a los trabajadores de la UAS por el retraso del pago de la primera quincena. Si con eso quisieron las autoridades desviar la verdad del asunto, se equivocaron, porque los universitarios están claros de las burdas maniobras del poder fáctico y de la opacidad con la que manejan los recursos. Se espera que no se repita esos retrasos, porque entonces los afectados vienen a ser los que nada tienen que ver con el fondo del asunto.
El Rector de la UAS debe ser realista y darle una salida definitiva a la solicitud de la SEP. Sin más vueltas, porque si no se actúa así en una institución tan sensible como la UAS, donde no se puede dar gato por libre, las cosas pueden complicarse y desembocar en un movimiento de otras dimensiones; no olvidemos que los movimientos en las universidades son cíclicos y brotan cuando menos se esperan, no se despierte al león dormido.
Se nota a leguas, por la información de la dirección institucional de la UAS, en el fondo subyace un importante pedido por la SEP de transparencia. Hay mucho más de fondo de lo que informa la institución y, aunado a lo recabado por otros medios, se está ante un panorama completamente distinto a lo vertido por parte de los actuales representantes de la institución rosalina. A estas alturas del desarrollo de las comunicaciones, viendo la ola de corrupción que se ha detectado en otras universidades del País, es difícil ocultar las verdaderas causas con una simplista actitud y menos querer parapetarse en la Autonomía para continuar en la opacidad, aún menos en la institución educativa por excelencia de los sinaloenses. Entonces, con base en esa nueva realidad y la petición del Gobierno federal de transparentar el destino de los recursos, que son públicos, pagados por los impuestos de los ciudadanos, es indudable que los funcionarios de la UAS tienen que actuar con mucha mayor responsabilidad.
Cuestión de hurgar un poco en la historia de los movimientos universitarios para comprender que una chispa puede encender la pradera; eso se ha comprobado reiteradamente, por lo que debe prevalecer la ecuanimidad, prioritariamente cuando el origen de los problemas universitarios se tergiversa. No se olviden las lecciones de la historia en esta universidad, las cuales se conocen bien y siempre han marchado en un sentido democrático.
Recuérdese que hay iniciativas de reformas a la Ley Orgánica de los universitarios, duermen el sueño de los justos en el Congreso del estado, pero sus demandas están latentes y, en un momento dado, pueden ser banderas del consenso de los universitarios. Cada vez se hace más tangible la falta de democracia en el campus universitario, y ese es un asunto de mucha importancia para estudiantes y docentes, están hartos de la toma vertical de decisiones, del poco peso que se le da a la participación estudiantil y al uso y abuso de la universidad para causas partidistas.
El País entero vive tiempos de contrastes, con sumas y restas se llega a la conclusión, la sociedad en su conjunto está de alguna manera movilizada en pro de sus intereses, que serán siempre hacer más libres, democráticas y transparentes sus instituciones.