rfonseca@noroeste.com
rodifo54@hotmail.com
La pandemia no deja de zarandearnos; creíamos que iba a ser de corta duración, pero parece que nos internamos en un túnel sin salida.
Hay quien lamenta la ausencia de uno o varios seres queridos, otro se quebranta con la angustia económica, alguien más por la pérdida de su trabajo o por la incapacidad de continuar sus estudios, y no faltan quienes naufragan y se hunden en el remolino de la depresión.
Suena fácil repetir el dicho que afirma: “al mal tiempo buena cara”; sin embargo, no existe otra alternativa. Los faltantes que añoramos deben ayudarnos a descubrir las bendiciones que tenemos y que no percibimos porque nos envuelve la cobija de la costumbre.
Shel Silverstein escribió un poema titulado “La pieza faltante”, del cual extractamos algunos fragmentos:
“A una rueda le faltaba una parte. No estaba contenta de estar incompleta, así que partió en una misión para encontrar la pieza que le faltaba.
“Por supuesto, se movía con dificultad porque le faltaba una parte. Pero ya que no podía moverse muy rápido, su paso tranquilo le permitía convivir con todo lo que la rodeaba en su tambaleante trayecto. Podía hablar con las mariposas, podía oler las flores, podía disfrutar la puesta del sol.
“Un día, cuando menos se lo esperaba, ahí estaba: la pieza que necesitaba. Y ahora la rueda estaba feliz, ya no se tambaleaba ni saltaba ni cojeaba, porque ahora estaba completa.
“Sin embargo, como podía rodar más rápido, no encontraba el tiempo para charlar con las mariposas o para oler las flores o para disfrutar la puesta del sol.
“La rueda no estaba feliz. E, irónicamente, decidió que realmente estaba más completa, aceptando que le faltaba una parte, y que así debería seguir el resto de su camino”.
¿Asumo mis pérdidas?