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Una oportunidad jamás debe desaprovecharse. Nunca se sabe si se volverá a presentar una ocasión igual. Hay veces en que nos pasamos de prudentes y no actuamos en el momento adecuado, razón por la que viviremos eternamente arrepentidos. En otras, actuaremos impulsivamente y lamentaremos, también, intervenir sin reflexionar con tacto y prudencia.
El Presidente López Obrador se reprochará por perder la oportunidad de emitir un razonamiento profundo en su discurso a la ONU, en lugar de presentar la desafortunada comparación entre Benito Juárez y Benito Mussolini. Es como si el papa Francisco dijera que en honor a Pío XII le pusieron ese nombre al hermano del Presidente de México.
El Papa, en cambio, no perdió la oportunidad de hacer un urgente llamado a crear un nuevo marco ético que remedie las grandes injusticias sociales, al dirigir su mensaje al Presidente y representantes de la ONU (qué caso le hagan los políticos al Pontífice es punto y aparte, pero él no iba a desperdiciar la oportunidad al intervenir en ese importante foro).
“La pandemia ha puesto de relieve la urgente necesidad de promover la salud pública y de realizar el derecho de toda persona a la atención médica básica... Y si hay que privilegiar a alguien, que ése sea el más pobre, el más vulnerable, aquel que normalmente queda discriminado por no tener poder ni recursos económicos”, expresó.
Bergoglio añadió: “La crisis actual también nos ha demostrado que la solidaridad no puede ser una palabra o una promesa vacía... De hecho, es doloroso ver cuántos derechos fundamentales continúan siendo violados con impunidad. Sin embargo, la crisis actual es una oportunidad para la ONU de generar una sociedad más fraterna y compasiva”.
Bien dijo Publio Siro: “La oportunidad se presenta tarde y se marcha pronto”.
¿Aprovecho la oportunidad?