Juan Alfonso Mejía López
juanalfonsomejia@hotmail.com
Twitter: @juanalfonsoML
La Secretaría de Salud será quien dicte los tiempos de regreso a la normalidad escolar. Habremos de estar atentos en todo momento, porque todas las contingencias se resuelven a partir de pequeños episodios; la resolución de esas pequeñas coyunturas son determinantes en la evolución de la historia en su conjunto. En términos educativos, la fecha señalada hoy en día para el regreso escolar es el 20 de abril.
Cuando todo esto termine y hayamos derrotado al coronavirus, habremos de resumir la experiencia ganada a partir de este episodio internacional, con consecuencias muy precisas para el sistema educativo sinaloense. Les comparto algunas de ellas a la luz de nuestra actualidad.
Primero, nuestro sistema educativo presenta fragilidades que son urgentes atender. El tiempo de la educación es siempre el presente. Resulta difícil atender en ocasiones la infraestructura escolar y dejar de lado las plantillas escolares, lo mismo que la formación de los docentes o la actualización de las normales. La educación ha demostrado ser en más de una ocasión el mejor instrumento para edificar una sociedad más justa e incluyente. Necesitamos cada vez más escuelas que desafíen su contexto y hagan posible que más niñas, niños y jóvenes rompan el ciclo vicioso de “origen es destino”. ¡NUNCA MÁS! De ahí mi compromiso con el Gobernador Quirino Ordaz Coppel, porque hacía mucho que no se daba esta batalla.
Segundo, las circunstancias actuales le imponen un nuevo desafío al sistema escolar: ¿cómo evaluar? En tiempos inéditos, evaluar a los alumnos como comúnmente lo hacemos sería insensato. Nuestras maestras y maestros se han esforzado mucho para buscar acompañar a sus alumnos en este momento de “escuela en tu casa”. Sin embargo, plantear un escenario de exigencia bajo condiciones normales sería insensible de nuestra parte. Las madres, padres o tutores también hacen un gran esfuerzo para que sus hijos “no se atrasen”, pero las condiciones en los hogares son extraordinarias. Tenemos que ser flexibles.
A los docentes y directivos educativos, tanto como a los padres de familia les digo: GRACIAS. Gracias porque a través de su esfuerzo generamos esperanza, al tiempo que mandamos un mensaje de serenidad social al conjunto de nuestros hogares. Hasta hoy no éramos conscientes, pero nuestras escuelas son un termómetro social y hoy comprendemos que la escuela somos nosotros, no unos ladrillos.
Que la determinación por acompañar los sueños de nuestros hijos y nuestros alumnos no permita que nuestros hogares se inunden de stress y tensión. Este no es el objetivo.
Tercero, como Secretario de Educación Pública y Cultura en Sinaloa (SEPyC) me siento privilegiado al poder reconocer a cada uno de nuestros docentes y directivos. En tiempos de incertidumbre, los maestros y maestras han puesto literalmente “el pecho” para procurar el aprendizaje básico de cada grado y asegurar, en medio de las diversas realidades, que todos sigan en la escuela.
Desde SEPyC estaremos atentos para priorizar la carga académica si así llegara a requerirse, además de distribuir actividades para el aprendizaje en apoyo a docentes y familias en circunstancias desconocidas hasta ahora.
Como corolario me quedan dos inquietudes sobre las que tendremos que seguir reflexionando: la profundización de las brechas sociales generadas por las inequidades del sistema en todos los niveles, así como el impacto de esta coyuntura para todos aquellos que viven necesidades educativas especiales. Tenemos tarea.
Que así sea.