vraldapa@gmail.com
@vraldapa
Muy a propósito de los tiempos de crisis que se viven en el mundo por los estragos que de toda índole ha provocado la pandemia del coronavirus y el sinnúmero de suposiciones que surgen alrededor de este fenómeno, entre ellas la idea del complot para beneficiar a ocultos intereses económicos y perjudicar a otros en niveles poco imaginables, resurgen teorías ya antes estudiadas como la Teoría del caos, la Teoría del desorden y la Teoría de las catástrofes.
La Teoría del caos, nos plantea que la naturaleza y el universo en general no siguen un modelo previsible; considerada también como paradigma científico, esta teoría ofrece su utilidad científica en la capacidad de eliminar incertidumbre sobre lo que pasará, estudiando escenarios complicados e impredecibles de aquellos acontecimientos, ya sean naturales o sociales, que no mantienen un comportamiento lineal. Por otro lado, la Teoría del desorden, es un concepto que introduce el sociólogo francés, Georges Balandier, sobre agentes sociales y permanencia estructural para explicar que las sociedades jamás son lo que parecen ser o lo que pretenden ser. Señala que no hay un orden definitivo en los sistemas sociales, sino que existe siempre un desorden inherente al orden que amenaza permanentemente su desarrollo.
Finalmente, la Teoría de catástrofes, es un método descubierto por el matemático René Thom, que ha encontrado su utilidad en el estudio de sistemas dinámicos que representan fenómenos naturales y que también ha sido considerada su aplicación en las ciencias humanas. Según se afirma, es en esta última que se inspiraron las Leyes de Murphy, en las que se asevera que todo lo que puede fallar, fallará en el momento que más daño pueda causar.
Ahora bien, estas tres teorías que tienen su origen en la matemática y se asocian entre sí, las reúne también la necesidad estudiar lo confuso, lo imprevisible y complejo de fenómenos tanto naturales como sociales, lo cual toma relevancia en momentos en los que el caos, el desorden y las catástrofes adquieren complejas dimensiones sociales ante la incertidumbre que se vive en prácticamente todos los países del mundo por la enfermedad de Covid 19 y su inesperada y gran capacidad contagio entre las personas sin respetar fronteras.
Esta sensación de caos e incertidumbre que actualmente se vive en nuestras naciones, con mayor o menor intensidad, según haya sido su experiencia ante la pandemia, crean emociones de desasosiego que generan un malestar que termina afectando y modificando paulatinamente las relaciones sociales de formas no previstas e insospechadas por la población y las autoridades de sus gobiernos.
De ahí que el papel de las instituciones públicas en todos sus órdenes, resulte fundamental y crucial ante escenarios tan complicados y críticos como los que este fenómeno de salud ha provocado.
El devastador fenómeno del coronavirus es de dimensiones todavía incalculables, por lo que se estima que la dinámica social y sus relaciones estructurales en todos sus ámbitos se verán modificados. De ahí la importancia de revisar ideas y planteamientos como estas teorías que nos ofrecen instrumentos científicos para la reflexión de un futuro complejo y un tanto incierto.
Para ello me parece pertinente considerar un texto sobre la Teoría del Caos, publicado en el libro Treinta claves para entender el poder, del politólogo francés, Nicolas Tenzer, quien afirma que el caos y el desorden se imponen a partir de la constatación de diversas crisis simultáneas que aun cuando se expresan como “crisis económica”, “crisis de credibilidad”, “crisis de epidemias”, etc., la sociedad ya no se percibe ella misma de manera coherente y es incapaz de conducir su unidad. Es a esto que Tenzer le adjudica los siguientes aspectos a interpretar como características de una crisis política, considerando que la población espera que sus autoridades ofrezcan respuestas, seguridad y soluciones ante la crisis:
“El estrechamiento del espacio político”, en tanto de adjudica tal responsabilidad de quienes deciden en los diversos espacios de poder ya sea legislativo, ejecutivo y judicial; “el sentimiento de inestabilidad de la política” de parte de quienes detentan las decisiones; “la desaparición de la voluntad para alcanzar -en tiempos de crisis- el sentido común”, para resolver lo urgente por encima de lo importante; “el antagonismo creciente entre la sociedad y quienes ejercen los espacios de la política”; “desaparición del debate público”; “la modificación de la naturaleza de las decisiones”; “las causas ideológicas”, por encima de la causa humana y “la relación ambigua con el poder político”.
Si bien estos escenarios no obedecen a la realidad que se tiene en México, no son descartables como elementos a revisar en otras naciones que viven la crisis de la pandemia y trastocan las relaciones políticas con el poder y su legitimidad ante la sociedad.
Las modificaciones sociales y económicas que se estiman habrán de suceder a partir de nuestra experiencia con el virus Covid 19, impulsarán profundos cambios a partir de la crisis y descomposición de nuestras relaciones regidas por referentes económicos y no humanos. Esta condición de excesiva consideración hacia una visión economicista ha ido quedando al descubierto, ante la crisis de salud que representa el Coronavirus, que la falta de capacidad para responder ante la pandemia, trastoca los intereses más fundamentales de la vida humana, y que por el contrario, se evidenció a los excesos de economía de mercado no como un eje articulador, sino como causa de la crisis de salud que amenaza al ser humano de forma tajante.
Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo martes.