Ahora, son tiempos de refrendo ante el nuevo sujeto de la historia. La gente simple y llana. La que va a rendir pleitesía a su líder. Por voluntad propia. Incluso cuando las cuentas macro no cuadran
AMLO, nuevamente estuvo ante un zócalo desbordado, emotivo, leal. La multitud al servicio de su líder que en correspondencia agradecía con una sonrisa leve solo contrastante con el vestido rojo de su consorte. Rendía su primer informe de gobierno ante el pueblo que lo ha acompañado en muchos otros actos masivos.
No, ante el Congreso de la Unión, donde tradicionalmente se instalaba entre gentío, vítores y confeti el llamado besamanos del Día del Presidente. Aquel ritual republicano ha quedado en el pasado con toda su simbología. ¡Nunca más!
Ahora, son tiempos de refrendo ante el nuevo sujeto de la historia. La gente simple y llana. La que va a rendir pleitesía a su líder. Por voluntad propia. Incluso cuando las cuentas macro no cuadran. Eso no importa si abajo está llegando los programas redistributivos sea a los adultos mayores, a los jóvenes que estudian o no estudian, las madres solteras o los discapacitados. Ese dren de dinero que está activando el mercado interno del barrio, la colonia, el ejido o la comunidad indígena.
Sus críticos maliciosamente se preguntan: ¿Por qué regalar el dinero público cuándo este podría tener un mejor destino? ¿Cuándo hay un retroceso en los ingresos fiscales y las necesidades insatisfechas van en aumento? ¿Cuándo la lógica llamaría a la prudencia en el manejo del gasto público? La respuesta simple y llana es: “en este gobierno primero los pobres”.
Es un imperativo ético y de moral pública. Redistribuir el gasto. Darle a los que menos tienen mientras se busca elevar los ingresos del Estado. Un cambio en la ecuación donde la política deja de estar al servicio de la economía. Donde el Presidente en turno, en el mejor de los casos, fungía como el gerente de una empresa llamada México.
Y cada fin de año, había que ofrecer buenos dividendos y echar las campanas al vuelo para un siguiente mejor año. Demostrar que el negocio rendía frutos aun cuando incrementara el número de los excluidos. Los marginados de las políticas públicas. Y el daño colateral de un modelo no distributivo.
Pero, aquel capitalismo de cuates, como ha sido calificado por un agudo periodista, terminó hartando hasta el más insensible, al más conservador, el más resignado y se manifestó electoralmente el primero de julio del 18, la mayoría quiso un cambio por esta izquierda nacionalista.
Decirle, adiós, además a un modelo económico y político dilapidador y corrupto. AMLO calcula que en primer año de su gobierno ha logrado ahorrar aproximadamente 200 mil millones de pesos que antes desaparecía en el gasto corriente. Una cantidad inmensa que ha servido para financiar los programas sociales de su gobierno.
Sin embargo, la economía debe crecer, incluso, para poder sostener el costo de esos programas, y eso pasa por generar una gran alianza con el poder económico, que esta semana puso la primera piedra bajo el liderazgo empresarial de Carlos Slim que refrendó su apoyo al gobierno de la República y anunció un paquete de inversiones que en 2020 deberá sacar a México del hoyo del crecimiento cero de este año.
De las proyecciones malas en el PIB, por la falta de esas inversiones privadas y públicas que tiene en cero la oferta de crecimiento de un 4 % anual sexenal. A lo sumo dice el Banco de México, México podría aspirar un 2% y, hay algo de cierto en ella, cuando este año simplemente estamos técnicamente en recesión económica.
Entonces, urge que se tomen medidas correctivas para salir del atolladero económico y por si eso fuera poco, tenemos el otro gran problema ya estructural, el de la inseguridad que en este primer año alcanzó la cifra récord de más de 31 mil homicidios dolosos superior al primer año de gobierno de los presidentes Calderón y Peña. Y no se ve que en el mediano plazo vaya a disminuir está cadena de muertes sino que hasta pudiera incrementarse, por la vertiginosa cartelización que se vive a lo largo y ancho del país, y que ha provocado un sistema de cotos criminales con gran capacidad de intimidación, como lo demostró la respuesta contundente del Cártel de Sinaloa el pasado 17 de octubre en Culiacán.
Más todavía, los acontecimientos trágicos de Bavispe, que provocaron la muerte de casi decena de miembros de la familia LeBarón y ha llevado a que el gobierno de Trump esté valorando que su gobierno clasifique a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Esto que pudiera ser una decisión ejecutiva, pues nos dicen no tiene que pasar por el Poder legislativo estadounidense, es una mala noticia para el gobierno de Andrés Manuel, y para todos nosotros, porque una eventual decisión intervencionista podría meter al país en una vorágine de violencia sin precedente.
Y eso, en un contexto de polarización, donde hay jugadores que le apuestan a un juego de suma cero, donde lo que pierde uno lo gana el otro, es una pésima noticia y, mientras son peras o son manzanas, el zócalo lleno sin los acarreos penosos de gente, muestra que AMLO sigue arriba no sólo en las encuestas sino tiene capacidad para convocar en las plazas donde toma el micrófono y con su discurso justiciero recibe a cambio el apoyo de la gente.
Una nota final: La amenaza de Trump llama a todos los actores políticos a arriar las banderas de la polarización y unirse bajo la sombra frondosa de la unidad, y en esta tarea es indispensable, que el presidente sea quien tome la iniciativa. Tiene para empezar toda esa gente que convoca en esa plaza pública y otras que se encuentra a lo largo y ancho del país.
Qué así sea!