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"ÉTHOS"

"Ambivalente insatisfacción"

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    El sentimiento de insatisfacción no es negativo de por sí; incluso, se convierte en la propela que nos impulsa a continuar luchando por alcanzar la satisfacción.

    El filósofo español José Ortega y Gasset lo conceptualizó como un instinto de exploración y apetito de ampliación que palpita por alcanzar nuevos horizontes:

    “Tal vez lo que vale más en el hombre es el instinto de exploración: ese afán de fuga que le lleva a escapar de sí mismo, esa oscura inquietud que le acomete, de pájaro emigrante atraído por toda palpitación de horizontes. Alguien ha dicho que vivir es querer vivir más, apetito de ampliación, un descontento difuso y sin tristeza… que es como un amor sin amado y un como dolor que sentimos en miembros que no tenemos”.

    La insatisfacción surge cuando lo que se vive no responde a lo esperado y anhelado. El problema no radica en ella misma sino en el manejo que se le conceda, pues puede convertirse en elemento de superación o en detonante que desencadene la destrucción.

    La insatisfacción deriva en un riesgoso elemento cuando llega a ser un sentimiento crónico; es decir, cuando la persona se siente incompleta, cuando percibe que no tiene lo necesario para ser feliz o que no es correspondida con el cariño y admiración que deseara.

    “Una persona no echará de menos aquellos bienes a los que jamás aspiró, y vivirá muy dichoso sin ellos; mientras que otro, que posee mil veces más que él o que ella, se siente desdichado porque le falta UNA sola cosa de todo lo que ansía”, expresó Schopenhauer.

    La persona nocivamente insatisfecha reclama espacios que no le corresponden, desconfía constantemente de las intenciones de los demás y culpabiliza a todos, menos a sí misma, de las desgracias y fracasos que enfrenta.