"Altar de paja para Cuén en Mocorito. Ofensa a los Buelna y doña Agustina"
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Causó cierto malestar en las redes sociales la sencilla ceremonia en la que el nombre de Héctor Melesio Cuén Ojeda se le impuso a un pequeño auditorio de la Escuela Secundaria Eustaquio Buelna, de Mocorito. Molestó por lo ofensivo que resultó para la comunidad el hecho de que en una tierra pródiga de héroes se decidiera por el culto a un personaje político. Aunque al final lo resaltante fue el rito dedicado al poder, no la ofensa asestada a los próceres.
Por supuesto que a Cuén Ojeda lo hubiera honrado más la declinación a recibir tal distinción, que la aceptación del reconocimiento. Tarde o temprano Mocorito corregirá tal bufido de quedabienismo, pero mientras la historia que se autorreconstruye el ex Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa bien pudo crecer librando la coyuntura en sí del besamanos.
Hay que aclarar que el actual dirigente estatal del Partido Sinaloense no solicitó bautizar con su nombre el auditorio. Existe un acta firmada por representantes de las sociedades de alumnos y padres de familia y autoridades de la escuela, así como hay el argumento de “la trayectoria académica, compromiso social y alta calidad humana”. Aun así, en la llamada Atenas de Sinaloa bien vale moderar los egos.
Es que tal unanimidad lograda en el plantel educativo no significa la conformidad de todos los habitantes del municipio. Al contrario, el acto del viernes 6 de diciembre es parte del extravío de las brújulas en un México que vive el naufragio de los valores. Los semidioses que desde los pedestales de la política imploran la veneración popular se alzan por encima de los personajes ejemplares que libraron aquellas gestas precisamente para evitar que los yoísmos desmedidos aplasten la sencillez de la historia.
Cualquier homenajeado se disminuye frente a la dimensión moral de quien honra, como es el caso de la gran obra social que es la escuela secundaria de Mocorito, la inteligencia instalada a fuerza de tesón ciudadano para acercar el saber a una región proscrita de la educación media en la mitad del siglo 20. Es aquí donde la vanidad ha de hacer un alto obligado antes de caer en la trampa del galardón servicial.
Algunas voces sí se manifestaron, siendo el caso del escritor, ensayista y académico Rubén Rubio Valdez, ex alumno de la Secundaria Eustaquio Buelna, quien le sugirió a Cuén Ojeda que tuviera el sentido común para rechazar el reconocimiento porque “en nada abonará a su currículum político que ese modesto auditorio lleve su nombre. En nada le ayuda y sí agravia la pertenencia de padres de familia, maestros y alumnos de aquellos tiempos de 1960”.
Por cierto, Rubio Valdez rescató la historia de la Eustaquio Buelna Pérez en un artículo que publicó el 10 de octubre de 2010 en el periódico cultural La Voz del Norte, a propósito de que la escuela cumplió medio siglo desde su fundación. “El año de 1959 (cuando se creó el patronato impulsor) fue para Mocorito el de un nuevo amanecer y desencadenó fuerzas que lo cambiaron todo. Sus calles se alumbraron, se clausuraron las norias y en septiembre de 1960 nace una nueva clase de ciudadanos: los estudiantes de la secundaria, inaugurando una nueva época de ilusiones y esperanzas”, escribió.
La mayoría para sus adentros, los mocoritenses se sintieron agraviados. Otros expresaron el desacuerdo en las plataformas digitales como es el caso de Jesús Manuel Jiménez que opina “qué pena que el maestro Cuén no haya declinado tal reconocimiento en favor de otro personaje histórico mocoritense, que los tenemos con grandes méritos, en favor de nuestra escuela secundaria. Dicho con todo respeto, pero recogí la opinión generalizada de muchas generaciones”.
Finalmente, el despropósito se consumó. “Se honra más quien honra que quien es honrado”, manifestó Cuén Ojeda en su discurso. “Este reconocimiento es de los que más valoro porque viene de jóvenes, padres de familia, autoridades educativas y más aún porque la escuela lleva el nombre de don Eustaquio Buelna… yo admiro tanto a este personaje que cuando tuve la oportunidad de ser Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa llamé al Plan Instituciones de Desarrollo 2005-2009 don Eustaquio Buelna, pero además hice el compromiso de no defraudar a esta persona…”, agregó.
Se sentían ahí, cerca, rondando incómodos ese día los espíritus de Agustina Ramírez, Eustaquio Buelna, Rafael Buelna, Enrique Moreno Pérez y Arnoldo Martínez Verdugo, entre otros. No era para menos, porque de pronto, a consecuencia del arribismo de alguien, la Atenas de Sinaloa se extravió en el mapa de la civilidad, arrastrada por los vientos que tumban a los insignes de los pedestales e instalan a mesías oportunistas.
Reverso
Ve a esconderte, Mocorito,
En tus campos de girasoles,
Para que tu legado bendito,
No lo profanen estas proles.
Emma al patíbulo
Cuando el Congreso del Estado ya tiene listo el juicio sumario contra la Auditora Superior del Estado, Emma Guadalupe Félix Rivera, ella acudió a comparecer ayer ante la 63 Legislatura para explicar que no puede emitir una conclusión sobre las cuentas del Gobierno del Estado y los 18 Ayuntamientos, correspondientes a 2017, debido a que los procedimientos de fiscalización no han agotado todas las etapas. De cualquier forma, un día de estos los Diputados de Morena preguntarán en coro “¿Quién solapa la corrupción?” y ellos mismos responderán “¡Emma Guadalupe, señor!” porque quieren destituirla para darle el cargo a alguien con el sello de la Cuarta Transformación. O al menos que les obsequie órdenes de aprehensión para los políticos del PRI que gobernaron en los municipios.