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Quizá no son mayoría, pero cómo se notan. Según las encuestas alrededor de 60 por ciento de los mexicanos apoyan la gestión de Andrés Manuel López Obrador, lo cual dejaría en minoría a los que no lo quieren. Pero parecen legión. Los adversarios del Presidente se las arreglan para llenar los espacios mediáticos, las charlas de sobremesa, las redes sociales, la conversación pública. A donde vayamos encontramos memes desdeñosos, críticas despiadadas, quejas desesperadas. Ni siquiera el Presidente puede sustraerse al flujo adverso, a juzgar por el recuento de daños que hace cada mañanera sobre las fechorías de sus adversarios.
Pero haríamos muy mal en meter en una misma baza a todos los que le guardan encono a la 4T. El campo antilopezobradorista es un jardín en el que florecen toda suerte de especies y subespecies; algunas elegantes y atractivas, otras duras y espinosas, más de una venenosa. Con ánimo taxidermista me permito una modesta exploración de tan abundante variedad, entendiendo que muchas de ellas se mezclan, comparten ADN, proceden de raíces similares. A saber:
Los Vergonzantes. Todos aquellos que sienten pena ajena por tener un Presidente tan poco presentable en sociedad (es decir, en su sociedad). No habla inglés, se come las eses, se viste en Milano no en Milán, es provinciano y, peor aún, lo parece. No son los más politizados, ni necesitan serlo. Diez minutos de escuchar al mandatario es todo lo que requieren para odiarlo.
Los Pragmáticos. Estos son quizá los más poderosos. Aquí no hay odio personal, solo una lucha despiadada por el poder económico; el gran capital no tiene inclinaciones personales, amigos o enemigos, tiene intereses, y asumen que con la 4T algunos de ellos están en riesgo. Combaten al presidente por temor a políticas públicas que puedan afectar a sus empresas, dineros y privilegios. Sin embargo, suelen operar por debajo de la mesa y no se confrontan directamente para no poner en riesgo sus negocios (más de uno forma parte de su Consejo de Empresarios).
Los Enemigos Profesionales. Los rivales políticos de AMLO tienen muchas razones para combatirlo; se trata del rival más poderoso que hayan enfrentado en su vida. En muchos sentidos el poder es un juego de suma cero: lo que gana uno lo pierde el otro. El partido del Presidente ha desplazado al PRI, al PAN y al PRD no solo de la silla presidencial sino también de la mayor parte de los escaños y curules, de algunas gubernaturas y de muchas presidencias municipales. Y, como es bien sabido, el peor de los pecados de un político es vivir fuera del presupuesto. Es explicable que los Calderón, los Javier Lozano, los Fox y Manlio Fabios no duerman pensando maneras de descarrilar al tren morenista.
Los Golpeados. Se trata de rivales conversos; no nacieron en el jardín de los Capuleto pero emigraron allí como resultado de decisiones adversas del gobierno de la 4T: profesionales y contratistas vinculados a proyectos cancelados, ex beneficiarios del subsidio a las guarderías, proveedores del gobierno de Peña Nieto y sus empleados, becarios, consultores desplazados, funcionarios con sueldos degradados. Todos los que han perdido algo concreto y sustantivo por el advenimiento del nuevo régimen.
Los Anonadados. Intelectuales, comentaristas, conductores de medios, asesores financieros, gestores de relaciones públicas. Grupos profesionales que sin importar el régimen siempre habían sido consultados, escuchados, mimados y financiados por el poder aun sin pertenecer a él. Un grupo profesional variopinto que tenía convencidos a los políticos de que sus servicios eran indispensables para manejar la opinión pública, para gestionar los intereses de México en Washington y sus esotéricos pasillos, para llevar las relaciones públicas con la élite mundial y financiera.
Mandarines de diversas cúpulas intelectuales y profesionales que aun no se reponen de la sorpresa de que ni el presidente ni los suyos parecen necesitarlos.
Los Desengañados. Estos también cambiaron de casaca. Quizá nunca admiraron al tabasqueño, pero eran empáticos con las propuestas de cambio y de crítica a un orden corrupto y agotado en el que ya no creían. Pero el Presidente que llegó a Palacio les resultó muy distinto al que habían construido en sus buenos deseos de cambio. Poco a poco han comprado los argumentos de todos aquellos que lo encuentran rijoso, arrebatado, inexperto y crecientemente peligroso. Algunos de estos conversos terminan siendo rivales vehementes; como todo divorciado sabe, en no pocos casos el desencanto suele provocar un agudo resentimiento.
Los Reactivos. Aquellos que ni la debían ni la temían; no eran opuestos a la 4T y algunos incluso la veían con buenos ojos, pero han terminado por sentirse ofendidos por actitudes del Presidente en contra de las causas que profesan y las tareas de las que se ocupan: feministas, periodistas, ecologistas, médicos, artistas, científicos que han reaccionado a lo que consideran disposiciones adversas, agresiones verbales innecesarias y hostilidad presidencial.
Los Despistados. Son antilopezobradoristas en su mayoría apolíticos y poco informados, pero carne de cañón de redes sociales y sedimento de cualquier teoría complotista que pase ante sus ojos. Convencidos de que todo meme es información, regurgitan likes y reenvíos indignados a todo lo que muestre la maldad o la estulticia del Presidente (aunque no conozcan la palabra).
Los Fatigados. Tenían alguna opinión, pero hace tiempo decidieron que no valía la pena sostenerla. Son aquellos que flotan en ambientes familiares, sociales o profesionales adversos a López Obrador y, de plano, han terminado por mimetizarse con su entorno y llevar la corriente para evitarse problemas.
Los de Closet. Una versión de la anterior, pero en el bando contrario. Trabajan en el gobierno o se benefician de alguna manera de la 4T pero en su fueron interno AMLO les provoca urticaria... se la aguantan: la panza es primero.
Los Cruzados. Enemigos ideológicos de la izquierda. Todos aquellos que desconfían de banderas justicieras porque asumen que alienta una agenda socialista, estatista y contraria al mercado, la democracia y la libre empresa. Creen un deber patriótico oponerse al que, están convencidos, es un peligro para México.
Esta es mi clasificación, pero estoy dispuesto a revisarla. ¿Califica usted en alguna categoría? ¿En varias? ¿Percibe otra?