"Adultos mayores en Sinaloa: filas letales. ¿Secretaría del Bienestar o del Malestar?"
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La imagen enoja a cualquiera. Los adultos mayores realizan largas filas y prolongadas esperas para recibir los apoyos que el Gobierno federal les da, al mismo tiempo que desde la Presidencia de la República se les exhorta a no salir al tratarse del grupo de la población que por la edad es más propenso a enfermar en la pandemia de coronavirus. Sucede en Sinaloa y en el resto del País, patentizando la doble intencionalidad de instituciones y autoridades que en la parafernalia dicen que los están cuidando y en la realidad dan a entender que tratan de matarlos.
Uno, impregnado por el mal hado de estos días agónicos, alucina el lienzo dantesco de seres humanos que van a paso lento no hacia la oportunidad de vivir más sino a la encrucijada del dinero o la vida. Garantizarles ambas cosas, el asistencialismo y la salud, se vuelve misión imposible para políticos en el gobierno que (¡oh terrible suposición!) configuran métodos inenarrables de extinción.
Este artículo intentará exponer el problema sin echarle la bronca al Presidente Andrés Manuel López Obrador, si es que tal intención no naufraga en el intento, debido a que hoy México tiene suficientes problemas y confrontación como para añadirles más. Sin embargo, resulta imposible cuestionar al actual régimen porque el solo uso de la banca electrónica permitiría aislar también a este segmento poblacional en lugar de asumirlos como votos cautivos por el hecho de entregarles presencialmente los 2 mil 620 pesos cada dos meses, o los 5 mil 240 pesos que esta vez recibirán por el bimestre adelantado.
Hay una madeja de emociones que se instala en el sentimiento social cada vez que alguien pasa en Culiacán por las instalaciones del Centro Cívico Constitución y observa la aglomeración de mujeres y hombres de edad avanzada que a duras penas caminan a beneficiarse de los programas sociales de la Cuarta Transformación. O los que se amontonan en el Centro Deportivo Benito Juárez, de Mazatlán. ¿Se da cuenta la Secretaria de Bienestar, María Luisa Albores González, del abuso que se comete o la indiferencia es parte de algún plan siniestro?
El 2 de abril la dependencia, que antes se denominaba Secretaría de Desarrollo Social, dio a conocer que el pago del Programa para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores se realizaría casa por casa, y únicamente en situaciones excepcionales a través del esquema tradicional de puntos de reunión, planteamiento que resultó falso. Al contrario, la entrega del dinero se efectúa personalmente y el plazo para hacer llegar el recurso ha sido negligentemente largo.
Podría ser que la estrategia para evitar la triangulación en la distribución de los apoyos tenga el propósito de combatir el intermediarismo corrupto, pero frente a la emergencia nacional sanitaria sí existen otras posibilidades que protejan del Covid-19 a los ciudadanos de 68 años o más que, de acuerdo a los datos sobre el comportamiento de la enfermedad, son los que más enferman o mueren al resultar contagios.
En entidades como Michoacán, Hidalgo, Veracruz, Estado de México y Puebla sucede lo mismo que en Sinaloa y gran parte del País, con la indignante estampa de exponer a la gente de la tercera edad a peligros letales. Otras entidades, por ejemplo Sonora, Baja California Sur y Colima, crearon sistemas exitosos para llevar esta ayuda a los domicilios de los beneficiarios. Una idea de cómo puede hacerse viene desde Nuevo León donde el DIF y la empresa HEB crearon un sistema para el reparto puntual y supervisado de los apoyos que asigna el Gobierno estatal.
¿Por qué en Sinaloa no, señor Jaime Montes Salas, delegado en Sinaloa de los programas federales? Las filas enormes y pausadas se siguieron viendo ayer en las principales ciudades sinaloenses, facilitándole al Covid-19 las condiciones de contagio en las personas más vulnerables. Sin guardar distancia entre ellos ni usar cubrebocas, dan la impresión de acudir a suicidios masivos bajo la mirada indolente de las autoridades federales.
Deben detener esto a como se pueda. Una tarjeta bancaria de débito para depositar allí los apoyos de dichos programas sociales pareciera lo más sencillo si no interfiriera la táctica política de hacerles ver a los beneficiarios, repitiéndoles hasta el hastío, quién les manda el dinero y no precisamente les dicen que éste proviene de los impuestos que pagamos los mexicanos. Tengan memoria, abuelos, de que el dinero es a cambio del voto para 2021 y 2024 así mueran en el intento por acceder a una prestación que les debiera significar mejor calidad de vida.
Mientras se les induce al contagio por coronavirus, ¿hay que aguantarnos la indignación, mitad furia mitad impotencia, de ver a nuestros adultos mayores sometidos a la humillación de salir a como puedan a recibir la ayuda y expuestos al riesgo de que se sumen a las estadísticas de ciudadanos caídos en medio de la pandemia? Ojalá que algún poder providencial los blinde de la desidia de instituciones gubernamentales que afirman cuidarlos y lo que hacen es adelantarlos al encuentro con el virus de Wuhan.
Reverso
¡Qué pase el siguiente,
Hoy les vamos a pagar!,
¡Sigo yo, soy la muerte,
Denme ya mi Bienestar!
Escuchar a los que sí saben
Eduardo Guízar Sainz, el ingeniero sinaloense que colaboró con la National Aeronautics and Space Administration (NASA) en dotar del mecanismo motriz al vehículo Curiosity que explora la superficie del planeta Marte, construyó un robot fumigador para desinfectar los espacios hospitalarios y desde esa solidaria posición exhorta al gobierno a informar la verdad respecto al avance del coronavirus. Y sí. En la medida en que se oculte la realidad la población seguirá creyendo que salir de casa no la pone en riesgo.