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"ALDEA 21"

"2021: nuevos escenarios, mismas reglas"

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ALDEA 21

    vraldapa@gmail.com

    @vraldapa

     

    Nunca antes se habría tenido tanta expectativa entre la comunidad que forma parte de la clase política sinaloense. Conformada esta colectividad por reconocidos seguidores de las élites que controlan los gobiernos y partidos en el estado, por el momento esperan y desesperan inquietos en la antesala de un proceso electoral en el que por vez primera se dividen las distintas fuerzas políticas entre los poderes de la Federación, la entidad y los 18 municipios en Sinaloa.

    Y es que el escenario cambió después del 2018, pero no las reglas del juego de la política. Nuevos actores y partidos en el poder como Morena, el PT y el extinto PES, no fueron suficientes para establecer nuevas reglas en la disputa por el poder, las razones debieron ser diversas, y es probable que en dos años no pudieron lograrlo, no supieron cómo o finalmente no quisieron porque así conviene hoy a sus nuevos intereses y proyectos políticos.

    Mientras tanto todo indica que para elegir las candidaturas, seguirán las reglas como estaban y han estado siempre, tuteladas por las decisiones de una élite económica y política que al menos en los últimos 20 años no ha dejado de influir y disputar el control de los distintos poderes en Sinaloa.

    No obstante, se acomodan en los partidos nuevos y antiguos protagonistas para la contienda electoral, en el que todo indica que la disputa electoral se dará, como es de esperarse, entre candidatos, comités de campaña y equipos de trabajo, pero no entre las élites, entendiendo por élite como aquella minoría dominante que controla el poder sin ostentarlo de manera oficial. El objetivo es ganar posiciones, espacios de poder durante seis o tres años, mantener el control y obtener beneficios. Esto es parte de las reglas, por ello es necesario tener como requisito habilidades para ganar una elección y administrar el poder en la medida que permita mantener estas mismas reglas sucesivamente. La ecuación es sencilla, fácil de entender, lo difícil es colocarse entre los posibles aspirantes para competir y saber aplicar la ecuación a la hora de gobernar o dirigir una institución.

    Las élites económicas y políticas por su parte tienen su propio escenario, donde priva el criterio de la negociación para la conservación del orden social que garantiza el cuidado de sus intereses, por ello no anhelan gobernar, pero sí tener influencia y control del Gobierno, de ahí su intervención para apoyar aspirantes a gobernar o a ocupar cargos en el servicio público, siempre y cuando tengan relación con sus intereses.

    Hasta aquí dos escenarios visibles, el de las élites que detentan poder real en lo económico y político, y el de una clase política “aspiracional” que disputa posiciones de poder en los gobiernos y congresos. Por otra parte, un tercer escenario sería el del ciudadano elector, que si bien no alcanza las mismas capacidades de organización, en 2018 demostró que sí es capaz de elegir cuando se lo propone.

    En este tercer escenario, podemos observar que en la inesperada y aleccionadora experiencia del 2018, el ciudadano elector aprendió que no es lo mismo elegir “quién quieres que gobierne” a “cómo quieres que gobierne”, o desde otra perspectiva, tampoco es lo mismo “quién no quieres que siga gobernando” a “cómo no quieres que se siga gobernando”.

    En Sinaloa la lección fue muy clara, el triunfo otorgado a Morena y sus aliados en las urnas no fue suficiente para que el cambio se expresara más allá del conocido relevo de personas en los gobiernos y cargos de elección popular. La voluntad ciudadana se encontró de nuevo con lo mismo, pero con diferentes protagonistas.

    En estos tres escenarios, tenemos que en el primero se ubica a la élite económica y política en Sinaloa, donde al parecer todos se han puesto de acuerdo para el relevo, en el interés de no perder el control frente a un eventual conflicto con el gobierno de López Obrador, por lo que optaron, así parece, por la vía de transición pactada.

    En un segundo escenario, en el que ubicamos a la clase política “aspiracional”, conformada por aquellos que aspiran a una candidatura y a militantes y simpatizantes que pretenden la oportunidad de empleo o prerrogativas en el servicio público. En este escenario se lleva a cabo la lucha electoral, aquí se enfrentan las capacidades de competencia electoral y se vive lo más cercano a una “guerra política” durante las campañas. Para esta ocasión, las alianzas y estrategias entre partidos serán definitivas para ganar la elección, siendo muy probable que los resultados sean diversos para cada caso.

    Y en el tercer escenario está el ciudadano elector, en un espacio y ambiente complejo, difícil de persuadir, a donde se dirigen todos los esfuerzos y se concentran las capacidades de organización, anticipación, imagen, aritmética y movilización de los equipos de campaña, determinantes para ganar.

    Tenemos entonces que en cada escenario se escriben historias distintas, por lo que cada una tiene su propia lectura y aunque en momentos confluyen todas las historias, se requiere tener particular entendimiento de cada uno de ellos para un estudio completo que nos permita construir el gran escenario político y social, no solo de los comicios del 2021, sino del futuro de Sinaloa.

    Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo martes.