Martín Moreno
@_martinmoreno
SinEmbargo.MX
López Obrador lo defiende a ultranza, pero Hugo López- Gatell es insostenible en su cargo. Ha fallado. Ha mentido. Su actuación raya en la criminalidad médica. Locuaz, mala persona. El Presidente lo podrá mantener como vocero de la pandemia pero, a los ojos y enojos de millones de mexicanos, el apodado “Doctor Muerte” ha perdido tres cosas: respeto, credibilidad y confianza.
A la luz de los hechos y de la actuación de López-Gatell, contamos diez razones para que el subsecretario de Salud deba renunciar al manejo de la pandemia:
No culpes a la playa. “Fui a visitar a familiares. Salí a comer a un restaurante y hasta donde sé, no se puede comer con el cubrebocas puesto. Mantuvimos la sana distancia”, justifica López-Gatell sobre sus vacaciones en la playa. Falla y miente. Falla, porque mientras miles de doctores se jugaban la vida en la línea de combate contra el coronavirus, la pandemia estaba fuera de control y los hospitales desbordados, Gatell bebía mojitos en la playa de manera despreocupada, en un acto de incongruencia y valemadrismo más que evidentes. Y miente, porque no guardó la sana distancia: en la fotografía en la que aparece acompañado de una mujer, se observa a pocos centímetros de ella, sin el metro y medio recomendado de distancia.
Quédense en casa...menos yo. “Es nuestra última oportunidad de hacerlo, y hacerlo ya. Esto requiere que de manera masiva nos restrinjamos y nos quedemos en casa...Es la única manera de reducir la transmisión de este virus”, exige el vocero del régimen. Sin embargo, durante el “pico” de la pandemia, justo en el momento de mayor gravedad y fallecimientos por la Covid-19, Gatell no se quedó en casa. Se fue a vacacionar. Ese es el hecho irrebatible. Su imagen en la playa queda como emblema de la irresponsabilidad médica no solo en México, sino a nivel mundial. En cualquier otra parte del mundo, López-Gatell ya hubiera sido despedido. Pero aquí no pasará porque tenemos un Presidente que desde hace mucho tiempo vive encerrado en su propio mundo, ajeno a la realidad y perdiéndose el respeto a sí mismo, y está endiosado con Gatell.
Rechazo al cubrebocas. No fue una, ni dos, ni tres ocasiones. Múltiples fueron los rechazos de López-Gatell al uso del cubrebocas desde el inicio de la pandemia, hasta llegar, inclusive, a niveles de burla. “Sirve para lo que sirve, y no sirve para lo que no sirve”, se mofaba, mientras desde los gobiernos del mundo y la OMS se imponía a los ciudadanos el uso del cubrebocas. Rebasado por la realidad, Gatell tuvo que recular y fue hasta noviembre pasado cuando comenzó a usar cubrebocas y a matizar su discurso. Muy tarde: se calcula que si ciudadanos hubieran usado desde marzo pasado el cubrebocas, se hubieran salvado alrededor de 40 mil vidas. Y en ello, el subsecretario sí tiene responsabilidad directa.
La catástrofe. “Un número catastrófico de muertes (por coronavirus), puede ser de sesenta mil...”, pronosticó López-Gatell el pasado 5 de junio. Ese día, México registraba 13,170 decesos por el bicho. El epidemiólogo veía lejana aquella cifra. Bien. Hasta el momento de entrega de esta columna, los fallecimientos ascienden a 127,757. Se calcula que llegaremos, a mediados de año, a casi 200 mil muertes. Es el fracaso manifiesto del responsable del manejo de la pandemia, llámese como se llame, que en cualquier nación hubiera sido suficiente para removerlo de su responsabilidad. ¿Qué se necesita demostrar para que Gatell deje el cargo hoy mismo?
No realizar pruebas. “Esta idea de hacernos todos la prueba (de la Covid-19), parte de una visión completamente fuera de lugar...”, fue la tesis de López-Gatell, mientras el propio director de la OMS, Tedros Adhanom, recomendaba hacer “pruebas, pruebas, pruebas”. El resultado: México ocupa el último lugar en el número de pruebas aplicadas para identificar Covid- 19 entre los 36 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), pues únicamente aplica 0.4 pruebas por cada mil habitantes, mientras la media de los países OCDE está en 22 por cada mil. Aún más: nuestro país tiene una población de 128 millones de habitantes y aplica sólo 1,308 pruebas por cada 100 mil, lo cual lo sitúa en los últimos lugares de pruebas. También es la consecuencia - hay que decirlo- de la mezquindad de AMLO por no invertir dinero para hacer frente a la pandemia, con tal de no eliminar recursos a sus inviables caprichos sexenales: aeropuerto militar, refinería y tren. El resultado: pandemia fuera de control con casi millón y medio de contagiados. Y contando.
Los "picos" errados. Al menos en cuatro ocasiones (16 de abril de 2020; 2 de junio; 11 de junio y 12 de junio), López-Gatell afirmó que estábamos en el “pico” de la pandemia, confundiendo a la población y mintiendo con las cifras. Ejerció un juego de adivinanzas mortal, volviéndose un vocero con nula credibilidad y pronósticos equivocados.
CDMX y Semáforo Rojo. “El Gobierno de México engañó a los ciudadanos sobre la gravedad del rebrote en la Capital...”, denunció The New York Times el 21 de diciembre pasado. El influyente diario comprobó, con datos oficiales, que desde el 4 de diciembre se manipularon cifras sobre el coronavirus y responsabilizó a López-Gatell de esta tragedia que costó miles de vidas en la ciudad de México. Gatell intentó refutar, pero no logró desmentir la información. Su irresponsabilidad costó muertes.
Gobernadores piden renuncia. “Los gobernadores de 40 millones de mexicanos demandamos la salida inmediata de Hugo López-Gatell”, pidieron el 31 de julio pasado diez mandatarios estatales, bajo un argumento contundente: “Falló la estrategia de contención, como advirtieron especialistas nacionales e internacionales; fallaron las medidas sanitarias que no han sido claras ni firmes; mientras que el vocero y responsable del manejo de la epidemia, Hugo López-Gatell, no ha dejado de mentir, de caer en contradicciones sobre las proyecciones y las estrategias a implementar”. Los gobernadores no se equivocaron: la actuación de Gatell ha sido un desastre.
Cero confianza. Ante el desempeño fallido, errático, confuso y hasta cínico de López-Gatell, millones de mexicanos le han perdido la confianza. Cada palabra, cada frase, cada exhorto del subsecretario, será rechazado por su innegable incongruencia. Su imagen en la playa, sonriente, arrimado a una mujer sin guardar distancia y sin importarle la tragedia humanitaria del país por el coronavirus, la llevará tatuada en la frente por siempre.
Un lastre para el Gobierno. La última razón, pero no por ello menos importante, es de índole política: hoy por hoy, Hugo López-Gatell es un lastre para el gobierno de AMLO que, a pesar de que lo defiende en todo momento, acepta que su vocero ante el coronavirus ha fallado y ahora es fusible intercambiable. Lo sabe López Obrador y también varios de sus cercanos: Ebrard, Sheinbaum, quienes ven con extrema desconfianza a Gatell. La pregunta, es: ¿Hasta cuándo lo aguantarán en Palacio Nacional?
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AMLO lo reconoce: a López Gatell casi nadie le tiene confianza. Está descalificado. Sus errores y cinismo han costado vidas. Reprobó. Fracasó en su manejo frente a la pandemia.
¿Cuántos muertos más se necesitan para relevarlo?