Culiacán decidió cambiar de Gobierno municipal, negando la reelección a su Alcalde
Jesús Valdés Palazuelos y entregando el poder a un nuevo equipo, comandado por
Jesús Estrada Ferreiro.
Las urnas decidieron el cambio, por lo que Estrada Ferreiro y su equipo tendrán la oportunidad de dirigir los destinos de la administración de la capital sinaloense; ahí cabe la siguiente pregunta.
¿Qué esperamos del nuevo gobierno?
Antes que nada que observe todo lo que se ha hecho mal durante décadas y mejore las cosas que hay que mejorar, y que son muchas.
Pero también es igual de importante que se respeten las cosas que se hacen bien en Culiacán y que han costado muchos años de trabajo.
Mal haría Estrada Ferreiro en comportarse como los políticos de los partidos tradicionales y que llegue cambiándolo todo, simplemente porque puede hacerlo.
Esperamos un gobierno sensato que sume y no que reste, que construya sobre lo que está edificado y no que quiera volver a comenzar de cero.
¿Y el PRI?
Las consecuencias de la paliza electoral mantienen al PRI municipal de Culiacán en la lona.
Hasta ahora nadie se ha atrevido a liderar la reunión que marcará el reinicio, la reconstrucción o la limpieza, como usted quiera llamarlo.
La mayoría de los priistas de peso dilapidó su capital político al salir a la intemperie a enfrentarse con el fenómeno AMLO, que parecía que pasaría de lejos y terminó pegando de lleno en todo Sinaloa.
No valieron cazicazgos ni apellidos, lo mismo cayó
Juan Ernesto Millán Pietsch que
Tomás Amador, Morena rompió los paradigmas de las elecciones, arrasó sin respeto alguno y dominará el Congreso del Estado.
De los priistas Ana Cecilia Moreno, Guadalupe Iribe, Faustino Hernández Álvarez, solo las dos primeras lograron la reelección.
Junto con ellos, “los pluris” podrían sacar la casta priista, que quizás poco podrán hacer ante la mayoría absoluta que tendrá Morena con sus partidos en coalición, de ese tamaño es el paquete que tendrán
Gloria Himelda Félix Niebla, Sergio Jacobo Gutiérrez, Mónica López Hernández, Jesús Armando Ramírez Guzmán Rafael Ibarra Moreno, Elva Margarita Inzunza Valenzuela.
De todos ellos, junto con los poderes que ahora están ocultos, saldrá el próximo PRI, claro, no sin antes sentarse a “reflexionar” sobre su futuro.
La única guía que les queda a los priistas es el Gobernador,
Quirino Ordaz Coppel.
El futuro de los partidos lo marcan los ganadores, el poder es la única moneda de cambio en un partido, y ahorita en el PRI todo se resume al “tercer piso”.
Las migajas del PAN
Y si el PRI navega en aguas procelosas, el PAN parece haber encallado.
El PAN no solo perdió la brújula, quemó sus barcos a la hora de aliarse con el Partido Sinaloense y es el que presenta los mayores daños.
Los panistas ni siquiera tienen a un líder a quién voltear a ver, el PAN es un amasijo de deshechos que dispersó el “tsunami” y habrá que salir a recogerlos con recogedor y una carretilla.
En el PAN la debacle fue mayúscula con sólo dos curules en el Congreso y una militancia dolida y con la moral por lo suelos. Habrá sacrificios y rodarán cabezas.
La hecatombe viene desde el Comité Ejecutivo Nacional, donde se pelea una guerra a muerte para echar fuera a su líder,
Ricardo Anaya.
El hombre que quemó al partido para conseguir el combustible que le permitiera llegar a la candidatura presidencial.
Además, el PAN carga con el estigma de haber sido los más duros enemigos de
Andrés Manuel López Obrador, el gran vencedor.
Sin poder en la Ciudad de México ni en el estado, el PAN deberá sujetarse de los hilachos que quedan de sus caciques regionales, una posición muy endeble de cara al futuro.
¿Y Morena?
Morena tiene el poder, lo que automáticamente le pone los reflectores encima y le produce un desgaste natural, el de estar sentado en una silla a la que todos miran.
Además Morena ha provocado una inmensa expectación, a la que sus líderes deberían de estarle bajando los decibeles, para evitar el desencanto.
Morena tiene de dos sopas: o lo hacen bien, o lo hacen bien, con ellos no hay más, México entero votó por ellos y todo el País espera que comiencen a resolver los problemas.
Y Sinaloa no es la excepción, a los sinaloenses se les habló de paz, de justicia social, de amor, de igualdad, los valores fundamentales que el ser humano ha perseguido siempre, y si pasan los meses y todo sigue igual comenzarán los reclamos.
El reto es grande, pero Morena tiene algo a su favor: lo que hagan bueno se va a notar. En una tierra donde las buenas noticias son “agua de mayo”, cualquier acción positiva será aplaudida rápidamente.
Además, los mexicanos ya nos merecemos “una de cal por las que van de arena”, ya se pusieron demasiados muertos, demasiada sangre y toda la paz, para tan poquita recompensa.
Es hora de los ciudadanos y Morena tiene la palabra.