Con mayoría en el Cabildo y sin muchas ganas de consultar a nadie, el Gobierno de Culiacán ya dio luz verde al arranque del Programa de Viviendas para el Bienestar. ¿El problema? Según la regidora Erika Sánchez Martínez, lo aprobaron sin estudios técnicos, sin análisis de seguridad, sin claridad presupuestaria y, claro, sin preguntarle a los vecinos.
Pero eso sí, con toda la prisa del mundo por cambiar el uso de suelo en terrenos que, ahora defienden los vecinos de los fraccionamientos porque son sus áreas verdes. Chale que cuando se tiene mayoría, al parecer, lo demás sobra tal como el ordenamiento territorial, la transparencia y hasta el sentido común.
Hasta ahora, nadie ha explicado quién pagará las casas, cuánto costarán ni de qué partida saldrá el dinero. Según la Regidora Erika Sánchez, el Gobierno Municipal, se pasaron por alto los lineamientos del Plan Municipal de Ordenamiento Territorial, que exige consultar a expertos y vecinos antes de tomar decisiones que transforman la ciudad.
En vez de construir sobre consensos, el Ayuntamiento está imponiendo su mayoría calificada en Cabildo para forzar de forma opaca, improvisada y atropellando otros derechos. La mayoría de Morena y sus aliados está siendo usada como un rodillo que aplasta el diálogo, no como una herramienta para representar al pueblo.
Peor aún, este proyecto federal avanza sobre áreas verdes de colonias habitadas, sin responder a preguntas básicas: ¿cómo se garantizará la seguridad?, ¿cuántas patrullas adicionales se requerirán?, ¿cuál será el impacto en los servicios públicos?, ¿cuál es la certeza jurídica de los terrenos? Y lo más delicado: ¿quién lo va a pagar?
La falta de claridad y la cerrazón para escuchar a la gente están generando resistencia vecinal y abriendo la puerta a posibles acciones legales. Cuando se trata del derecho a la vivienda, también importa el derecho a la ciudad: que no se construya a costa de otros derechos.
Pese a que se mantienen los hechos delictivos, se han incrementado los ataques a los militares y policías federal en Sinaloa, y los sinaloenses se siguen preguntando cuándo regresará la tranquilidad y qué están haciendo las autoridades para lograrlo, el Comandante de la Tercera Región Militar, Guillermo Briseño Lobera, prefiere evitar a la prensa y los cuestionamientos.
El comandante aplicó la censura al trabajo periodístico de Mazatlán, la mañana de ayer lunes durante la conferencia que tuvo con empresarios, en el desayuno organizado por Coparmex.
Briseño Lobera contradijo a su propia conferencia: “Difusión de la Cultura de Seguridad Nacional”, que dio a empresarios de Mazatlán, quienes temen ser asaltados o levantados al salir de sus casas, tanto en la ciudad como circulando por las carreteras, y ordenó que no hubiera prensa.
Y es que previo al encuentro entre empresarios, el titular de las Fuerzas Armadas con sede en Mazatlán ya había dado la instrucción de no permitir la presencia de periodistas en lugar del evento mientras se desarrollara la charla, pese a que en todos los eventos que organiza Coparmex siempre se le ha permitido a la prensa asistir y realizar entrevistas tanto a los empresarios como a los expositores.
Pero en esta ocasión el intento de censura vino de la Tercera Región Militar.
Aunque al final se permitió a la prensa quedarse y hacer su trabajo en al evento, el comandante no dio entrevistas y así se lo comunicó a su personal cercano.
Sin embargo, la entrevista al comandante era obligada ante los diversos cuestionamientos y peticiones sin respuesta que los asistentes le solicitaron en torno a la estrategia para blindar las carreteras y al puerto para que recuperen la tranquilidad, garantizando el desarrollo de las empresas, pero simplemente no quiso.
A pesar de que muy pocos medios lograron estar presentes al evento, entre ellos Noroeste, los periodistas solo se limitaron a escuchar la conferencia de Briseño Lobera, reflejando que de acuerdo a la actual política federal, no están permitidos informar a la prensa.
Los periodistas buscaron la entrevista sin éxito alguno.
El Comandante de la Tercera Región Militar solo se dedicó a hablar de la visión, el compromiso y experiencia en temas de seguridad nacional sin concretar un solo compromiso con el empresariado del sur de Sinaloa, que todos los días batallan por mantener sus fuentes de trabajo y los empleos.
Mientras que el organismo patronal, dijo que continuará creando puentes entre la sociedad y las Fuerzas Armadas para un México más seguro.
La nueva obra vial que estrena Mazatlán, cuya inversión fue por encima de los 233.8 millones de pesos, el llamado puente de la Colosio, ya fue bautizado como el puente de chapopote, porque por todos lados se observan los pegostes de este material.
Apenas aperturado, como lo dijo el Gobernador Rubén Rocha Moya, el pasado sábado 12 de abril por la mañana, las polémicas sobre este puente están a la orden del día por todos lados.
En las redes sociales, en los camiones, entre los vecinos, los automovilistas y vendedores los comentarios negativos brotan sobre este paso elevado de 532 metros de longitud, que fue esperado por más de un año por los mazatlecos.
Y es que Rocha Moya regañó al director de Obras Públicas del Estado, incluso, dicen que hasta a la Alcaldesa Estrella Palacios Domínguez le tocó su parte, porque el nuevo puente vehicular no está terminado al 100 por ciento en la fecha que le prometieron.
Y es que a pesar de trabajar a marchas forzadas la noche del viernes y mañana del sábado, simplemente no quedó terminado. Las vialidades laterales están muy lejos de lo óptimo. Cables por todos lados, agua estancada producto de una tubería que rompieron, no existen aún banquetas ni señalética.
Incluso, en el cruce por debajo del puente, en la circulación de la Avenida Juan Pablo II, aventaron otro parche grande de chapopote para abrir la vialidad.
Y para echarle más leña al fuego, la circulación que baja del nuevo puente hacia el norte, se atora en el semáforo de la Avenida Santa Rosa. Largas filas se aprecian a las horas pico. Se entiende el esfuerzo de abrirlo de cara a Semana Santa, pero siguen siendo mucho los pendientes.
Con mayoría en el Cabildo y sin muchas ganas de consultar a nadie, el Gobierno de Culiacán ya dio luz verde al arranque del Programa de Viviendas para el Bienestar. ¿El problema? Según la regidora Erika Sánchez Martínez, lo aprobaron sin estudios técnicos, sin análisis de seguridad, sin claridad presupuestaria y, claro, sin preguntarle a los vecinos.
Pero eso sí, con toda la prisa del mundo por cambiar el uso de suelo en terrenos que, ahora defienden los vecinos de los fraccionamientos porque son sus áreas verdes. Chale que cuando se tiene mayoría, al parecer, lo demás sobra tal como el ordenamiento territorial, la transparencia y hasta el sentido común.
Hasta ahora, nadie ha explicado quién pagará las casas, cuánto costarán ni de qué partida saldrá el dinero. Según la Regidora Erika Sánchez, el Gobierno Municipal, se pasaron por alto los lineamientos del Plan Municipal de Ordenamiento Territorial, que exige consultar a expertos y vecinos antes de tomar decisiones que transforman la ciudad.
En vez de construir sobre consensos, el Ayuntamiento está imponiendo su mayoría calificada en Cabildo para forzar de forma opaca, improvisada y atropellando otros derechos. La mayoría de Morena y sus aliados está siendo usada como un rodillo que aplasta el diálogo, no como una herramienta para representar al pueblo.
Peor aún, este proyecto federal avanza sobre áreas verdes de colonias habitadas, sin responder a preguntas básicas: ¿cómo se garantizará la seguridad?, ¿cuántas patrullas adicionales se requerirán?, ¿cuál será el impacto en los servicios públicos?, ¿cuál es la certeza jurídica de los terrenos? Y lo más delicado: ¿quién lo va a pagar?
La falta de claridad y la cerrazón para escuchar a la gente están generando resistencia vecinal y abriendo la puerta a posibles acciones legales. Cuando se trata del derecho a la vivienda, también importa el derecho a la ciudad: que no se construya a costa de otros derechos.
Pese a que se mantienen los hechos delictivos, se han incrementado los ataques a los militares y policías federal en Sinaloa, y los sinaloenses se siguen preguntando cuándo regresará la tranquilidad y qué están haciendo las autoridades para lograrlo, el Comandante de la Tercera Región Militar, Guillermo Briseño Lobera, prefiere evitar a la prensa y los cuestionamientos.
El comandante aplicó la censura al trabajo periodístico de Mazatlán, la mañana de ayer lunes durante la conferencia que tuvo con empresarios, en el desayuno organizado por Coparmex.
Briseño Lobera contradijo a su propia conferencia: “Difusión de la Cultura de Seguridad Nacional”, que dio a empresarios de Mazatlán, quienes temen ser asaltados o levantados al salir de sus casas, tanto en la ciudad como circulando por las carreteras, y ordenó que no hubiera prensa.
Y es que previo al encuentro entre empresarios, el titular de las Fuerzas Armadas con sede en Mazatlán ya había dado la instrucción de no permitir la presencia de periodistas en lugar del evento mientras se desarrollara la charla, pese a que en todos los eventos que organiza Coparmex siempre se le ha permitido a la prensa asistir y realizar entrevistas tanto a los empresarios como a los expositores.
Pero en esta ocasión el intento de censura vino de la Tercera Región Militar.
Aunque al final se permitió a la prensa quedarse y hacer su trabajo en al evento, el comandante no dio entrevistas y así se lo comunicó a su personal cercano.
Sin embargo, la entrevista al comandante era obligada ante los diversos cuestionamientos y peticiones sin respuesta que los asistentes le solicitaron en torno a la estrategia para blindar las carreteras y al puerto para que recuperen la tranquilidad, garantizando el desarrollo de las empresas, pero simplemente no quiso.
A pesar de que muy pocos medios lograron estar presentes al evento, entre ellos Noroeste, los periodistas solo se limitaron a escuchar la conferencia de Briseño Lobera, reflejando que de acuerdo a la actual política federal, no están permitidos informar a la prensa.
Los periodistas buscaron la entrevista sin é xito alguno.
El Comandante de la Tercera Región Militar solo se dedicó a hablar de la visión, el compromiso y experiencia en temas de seguridad nacional sin concretar un solo compromiso con el empresariado del sur de Sinaloa, que todos los días batallan por mantener sus fuentes de trabajo y los empleos.
Mientras que el organismo patronal, dijo que continuará creando puentes entre la sociedad y las Fuerzas Armadas para un México más seguro.
La nueva obra vial que estrena Mazatlán, cuya inversión fue por encima de los 233.8 millones de pesos, el llamado puente de la Colosio, ya fue bautizado como el puente de chapopote, porque por todos lados se observan los pegostes de este material.
Apenas aperturado, como lo dijo el Gobernador Rubén Rocha Moya, el pasado sábado 12 de abril por la mañana, las polémicas sobre este puente están a la orden del día por todos lados.
En las redes sociales, en los camiones, entre los vecinos, los automovilistas y vendedores los comentarios negativos brotan sobre este paso elevado de 532 metros de longitud, que fue esperado por más de un año por los mazatlecos.
Y es que Rocha Moya regañó al director de Obras Públicas del Estado, incluso, dicen que hasta a la Alcaldesa Estrella Palacios Domínguez le tocó su parte, porque el nuevo puente vehicular no está terminado al 100 por ciento en la fecha que le prometieron.
Y es que a pesar de trabajar a marchas forzadas la noche del viernes y mañana del sábado, simplemente no quedó terminado. Las vialidades laterales están muy lejos de lo óptimo. Cables por todos lados, agua estancada producto de una tubería que rompieron, no existen aún banquetas ni señalética.
Incluso, en el cruce por debajo del puente, en la circulación de la Avenida Juan Pablo II, aventaron otro parche grande de chapopote para abrir la vialidad.
Y para echarle más leña al fuego, la circulación que baja del nuevo puente hacia el norte, se atora en el semáforo de la Avenida Santa Rosa. Largas filas se aprecian a las horas pico. Se entiende el esfuerzo de abrirlo de cara a Semana Santa, pero siguen siendo mucho los pendientes.