En el Gobierno de Sinaloa ya la crisis de seguridad los tiene rebasados en discurso, y a tres meses de que comenzó, el Subsecretario de Seguridad Pública en Sinaloa responsabilizó a la ciudadanía de no reportar a tiempo hechos delictivos y que por ello las autoridades llegan tarde a los sucesos.
A pregunta expresa sobre por qué los policías estatales y municipales no llegan a tiempo a hechos delictivos, Leoncio Pedro García Alatorre, Subsecretario de Seguridad Pública en Sinaloa, dijo que es la ciudadanía la que no emite reportes a tiempo.
Hagan el favor, si han proliferado reportes de cuerpos que no son recogidos hasta después de un par de horas, o hechos delictivos en los que no son detenidos los culpables pues se tarda en llegar a los hechos.
Si bien es cierto que los policías responden órdenes, deben transparentar las autoridades en materia de seguridad los filtros aplicados para saber a qué hechos deciden ir las autoridades, y cuáles eligen dejar fuera.
También el manejo de responsabilidades entre una corporación y otra simplemente es ridículo, pues han existido situaciones donde se puede detener en flagrancia a los delincuentes y las autoridades de seguridad deslindan los hechos a los elementos de la Fiscalía General del Estado y ahí queda detenida la situación hasta que se pone una denuncia formal.
Si por estos comentarios de las autoridades desafortunadamente los elementos policiales quedan mal, y no es por el trabajo de los policías, sino por el discurso político cuestionable que debe dar explicaciones.
Ocultar la muerte de la jirafa del zoológico de Culiacán durante más de cuatro meses es, además de una irresponsabilidad y muy parecido a hacer cosas buenas que parezcan malas, un acto que sin duda le pega con tubo a la imagen institucional del Zoológico de Culiacán.
Resulta que un ejemplar de una especie tan importantes que alguna vez fue el emblema del lugar, desapareció sin más explicaciones que un frío boletín de “murió por causas naturales”, cosa que además se difundió tres meses después y porque la noticia de la “desaparición” provocó un escándalo.
El tema salió a la luz de la manera más irónica posible, cuando en plena presentación del nacimiento de un tigre de bengala los reporteros notaron la ausencia de la jirafa.
Al preguntarle al nuevo director del zoológico, José María Casanova Rodríguez, lo que se esperaba como una aclaración breve se convirtió en un cuento interminable de fechas, pretextos y cambios administrativos, sólo para concluir con una frase lapidaria.
“Cuando asumí el cargo el 7 de noviembre, la jirafa ya no estaba”, algo que tranquilamente se puede traducir en un: “Yo no estaba, no es mi bronca”.
Sin embargo, la responsabilidad institucional no termina con un cambio de director.
Insistimos en que si la muerte ocurrió hace más de cuatro meses, ¿por qué nadie lo informó antes?, ¿por qué el destino de un animal tan significativo quedó relegado a un oscuro rincón del olvido?
El uso del término desapareció para referirse a la jirafa del zoológico de Culiacán fue el punto de ignición que hizo que este caso creciera más allá de lo esperado.
En un lugar como Sinaloa, donde la palabra “desaparecido” tiene un peso social y emocional tan profundo, no se trató solo de un término desafortunado: fue un desencadenante que conectó con las fibras más sensibles de la sociedad.
Que se tratara de un animal no restó seriedad al asunto; al contrario, enmarcó un paralelismo incómodo sobre cómo, en nuestro entorno, el silencio institucional parece ser la respuesta automática frente a cualquier pérdida qué no tenga explicación o que simplemente no se quiera explicar.
La guerra intestina del Cártel de Sinaloa adelantó la violencia contra las mujeres y el 2024 cerrará con casi medio centenar de mujeres asesinadas en el estado.
El último corte de las autoridades, al 20 de diciembre, de los 49 casos, 25 fueron clasificados como feminicidios y 23 como homicidios dolosos.
Y aunque el último y más indignante de los casos ocurrió en El Rosario el pasado 26 de diciembre, cuando una mujer fue privada de la libertad días antes y su cadáver fue abandonado en el centro del Pueblo Mágico junto a un mensaje y una despensa.
Hasta el momento, este caso no se ha revelado por la autoridad si corresponde a homicidio o feminicidio.
Otro dato que llama la atención es que hasta antes del 9 de septiembre, fecha en la que detonó una crisis de seguridad por la que atraviesa Sinaloa, derivado de una pugna del crimen organizado, se habían registrado 25 casos.
De estos 25, 11 casos fueron clasificados como feminicidios.
Por lo que durante la crisis la suma es de otros 24, en apenas tres meses.
Desde la semana pasada, la Secretaria de las Mujeres en Sinaloa, Ana Francis Chiquete Elizalde, afirmó que a las familias de las víctimas de feminicidio y homicidios se les han acercado programas de acompañamiento.
En el caso de los feminicidios también se han otorgado apoyos económicos a hijas e hijos de las víctimas.
Desde el Semujeren han destacado además que las familias han adoptado los programas gubernamentales en materia de acompañamiento a víctimas colaterales en casos de asesinatos de mujeres.
Hasta el momento, tanto con las víctimas del género masculino, la barbarie ha sido la diferencia, sin embargo los homicidios han llegado sin diferenciar entre hombres, mujeres o edades.
Una nueva marcha se prevé para hoy en Mazatlán en torno al delicado tema de las desapariciones.
En esta ocasión será por dos hermanos desaparecidos en la colonia Santa Elena, en el puerto.
Y hace días, el sábado precisamente, familiares de varios desaparecidos se unieron para marchar por el paseo costero para reclamar la atención de las autoridades.
No es la primera vez que él emblemático malecón de Mazatlán cambia su cara turística por la cara de la desesperación.
Ahí, partiendo del Valentino y de las letras de Mazatlán, familiares sumidos en el dolor y tan solo armados con una manta o una camiseta con el rostro de su familiar desaparecido lanzan su grito de ayuda.
Y es que con un promedio diario de casi 7 personas privadas de su libertad en estos últimos casi cuatro meses que nos azota la ola de violencia, es ya escandaloso el número.
Entre las 744 personas que han sido privadas de su libertad del 9 de septiembre a este sábado 28 de diciembre, y la cifra terrible de más de mil homicidios con los que estamos cerrando este 2024, definitivamente las marchas de los familiares por sus desaparecidos son apenas un halo de protesta que sale desde lo más hondo del dolor de esas familias.
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Malecón es columna institucional de esta casa editorial.
malecon@noroeste.com
En el Gobierno de Sinaloa ya la crisis de seguridad los tiene rebasados en discurso, y a tres meses de que comenzó, el Subsecretario de Seguridad Pública en Sinaloa responsabilizó a la ciudadanía de no reportar a tiempo hechos delictivos y que por ello las autoridades llegan tarde a los sucesos.
A pregunta expresa sobre por qué los policías estatales y municipales no llegan a tiempo a hechos delictivos, Leoncio Pedro García Alatorre, Subsecretario de Seguridad Pública en Sinaloa, dijo que es la ciudadanía la que no emite reportes a tiempo.
Hagan el favor, si han proliferado reportes de cuerpos que no son recogidos hasta después de un par de horas, o hechos delictivos en los que no son detenidos los culpables pues se tarda en llegar a los hechos.
Si bien es cierto que los policías responden órdenes, deben transparentar las autoridades en materia de seguridad los filtros aplicados para saber a qué hechos deciden ir las autoridades, y cuáles eligen dejar fuera.
También el manejo de responsabilidades entre una corporación y otra simplemente es ridículo, pues han existido situaciones donde se puede detener en flagrancia a los delincuentes y las autoridades de seguridad deslindan los hechos a los elementos de la Fiscalía General del Estado y ahí queda detenida la situación hasta que se pone una denuncia formal.
Si por estos comentarios de las autoridades desafortunadamente los elementos policiales quedan mal, y no es por el trabajo de los policías, sino por el discurso político cuestionable que debe dar explicaciones.
Ocultar la muerte de la jirafa del zoológico de Culiacán durante más de cuatro meses es, además de una irresponsabilidad y muy parecido a hacer cosas buenas que parezcan malas, un acto que sin duda le pega con tubo a la imagen institucional del Zoológico de Culiacán.
Resulta que un ejemplar de una especie tan importantes que alguna vez fue el emblema del lugar, desapareció sin más explicaciones que un frío boletín de “murió por causas naturales”, cosa que además se difundió tres meses después y porque la noticia de la “desaparición” provocó un escándalo.
El tema salió a la luz de la manera más irónica posible, cuando en plena presentación del nacimiento de un tigre de bengala los reporteros notaron la ausencia de la jirafa.
Al preguntarle al nuevo director del zoológico, José María Casanova Rodríguez, lo que se esperaba como una aclaración breve se convirtió en un cuento interminable de fechas, pretextos y cambios administrativos, sólo para concluir con una frase lapidaria.
“Cuando asumí el cargo el 7 de noviembre, la jirafa ya no estaba”, algo que tranquilamente se puede traducir en un: “Yo no estaba, no es mi bronca”.
Sin embargo, la responsabilidad institucional no termina con un cambio de director.
Insistimos en que si la muerte ocurrió hace más de cuatro meses, ¿por qué nadie lo informó antes?, ¿por qué el destino de un animal tan significativo quedó relegado a un oscuro rincón del olvido?
El uso del término desapareció para referirse a la jirafa del zoológico de Culiacán fue el punto de ignición que hizo que este caso creciera más allá de lo esperado.
En un lugar como Sinaloa, donde la palabra “desaparecido” tiene un peso social y emocional tan profundo, no se trató solo de un término desafortunado: fue un desencadenante que conectó con las fibras más sensibles de la sociedad.
Que se tratara de un animal no restó seriedad al asunto; al contrario, enmarcó un paralelismo incómodo sobre cómo, en nuestro entorno, el silencio institucional parece ser la respuesta automática frente a cualquier pérdida qué no tenga explicación o que simplemente no se quiera explicar.
La guerra intestina del Cártel de Sinaloa adelantó la violencia contra las mujeres y el 2024 cerrará con casi medio centenar de mujeres asesinadas en el estado.
El último corte de las autoridades, al 20 de diciembre, de los 49 casos, 25 fueron clasificados como feminicidios y 23 como homicidios dolosos.
Y aunque el último y más indignante de los casos ocurrió en El Rosario el pasado 26 de diciembre, cuando una mujer fue privada de la libertad días antes y su cadáver fue abandonado en el centro del Pueblo Mágico junto a un mensaje y una despensa.
Hasta el momento, este caso no se ha revelado por la autoridad si corresponde a homicidio o feminicidio.
Otro dato que llama la atención es que hasta antes del 9 de septiembre, fecha en la que detonó una crisis de seguridad por la que atraviesa Sinaloa, derivado de una pugna del crimen organizado, se habían registrado 25 casos.
De estos 25, 11 casos fueron clasificados como feminicidios.
Por lo que durante la crisis la suma es de otros 24, en apenas tres meses.
Desde la semana pasada, la Secretaria de las Mujeres en Sinaloa, Ana Francis Chiquete Elizalde, afirmó que a las familias de las víctimas de feminicidio y homicidios se les han acercado programas de acompañamiento.
En el caso de los feminicidios también se han otorgado apoyos económicos a hijas e hijos de las víctimas.
Desde el Semujeren han destacado además que las familias han adoptado los programas gubernamentales en materia de acompañamiento a víctimas colaterales en casos de asesinatos de mujeres.
Hasta el momento, tanto con las víctimas del género masculino, la barbarie ha sido la diferencia, sin embargo los homicidios han llegado sin diferenciar entre hombres, mujeres o edades.
Una nueva marcha se prevé para hoy en Mazatlán en torno al delicado tema de las desapariciones.
En esta ocasión será por dos hermanos desaparecidos en la colonia Santa Elena, en el puerto.
Y hace días, el sábado precisamente, familiares de varios desaparecidos se unieron para marchar por el paseo costero para reclamar la atención de las autoridades.
No es la primera vez que él emblemático malecón de Mazatlán cambia su cara turística por la cara de la desesperación.
Ahí, partiendo del Valentino y de las letras de Mazatlán, familiares sumidos en el dolor y tan solo armados con una manta o una camiseta con el rostro de su familiar desaparecido lanzan su grito de ayuda.
Y es que con un promedio diario de casi 7 personas privadas de su libertad en estos últimos casi cuatro meses que nos azota la ola de violencia, es ya escandaloso el número.
Entre las 744 personas que han sido privadas de su libertad del 9 de septiembre a este sábado 28 de diciembre, y la cifra terrible de más de mil homicidios con los que estamos cerrando este 2024, definitivamente las marchas de los familiares por sus desaparecidos son apenas un halo de protesta que sale desde lo más hondo del dolor de esas familias.