El cacareado Plan Sinaloa ya fue inaugurado por el Gobernador de Sinaloa en un evento lustroso y adornado.
El Plan Sinaloa, como ahora fue bautizado el Plan Estatal de Obra Pública 2024-2025, es el intento del Gobierno Estatal por sacar adelante las consecuencias económicas de la crisis de seguridad.
Pero en realidad el Plan Sinaloa es una propuesta que ya existía con la diferencia de que ahora hay que justificar el préstamo millonario a 20 años que tuvo que pedir el Gobierno de Sinaloa para obras públicas, pues se quedaron con solo 400 millones de pesos para este propósito después de pagar la deuda con el SAT que dejaron los funcionarios de Quirino Ordaz Coppel.
Nombrarlo Plan Sinaloa y decir que es una estrategia de recuperación económica y turística es ponerle el sello esperanzador a unas obras que son necesarias, y dada la conjunción de crisis que vive el estado, hasta urgentes.
Pero en realidad este plan no es nuevo, el tema es que cuando se diseñó no se consideró que el dinero con el que se haría fuera prestado; pero nadie contaba con la astucia del SAT.
Más allá de si cambia el nombre del paquete de obra pública, lo cuestionable es si el plan de verdad ayuda a resolver el problema que nos ocupa a todos, porque la obra siempre es buena si se hace bien y en precio, pero para apuntar en el sentido de resolver “EL” problema, que es la inseguridad, hace más sentido gastar esos 2 mil millones en agregar unos 5 mil policías al estado de fuerza, un indicador en el que Sinaloa puntea en los últimos lugares a nivel nacional.
Hemos documentado las últimas semanas cómo se ha utilizado de forma descarada la estructura de la Universidad Autónoma de Sinaloa, para volcar las elecciones a favor del desbigotado e impune Rector Jesús Madueña Molina, en aras de lograr su reelección para otro periodo.
Al parecer el señor Madueña se quedó con ganas de encabezar a la UAS un periodo completo, porque ya ve que tuvo problemitas por 535 millones de pesos que le impidieron ejercer durante más de un año, pero que cobró puntualmente. Ya sabe, inconvenientes que le pueden saltar a cualquier ciudadano transparente, honesto y honrado.
Ayer pudimos registrar dos viles maneras en que personal académico y administrativo de la casa de estudios hicieron cualquier cosa menos su chamba, y respetar las leyes internas de la UAS.
Lo primero fue una serie de material gráfico que nos compartieron de forma anónima a Noroeste, en la que se evidencia que usan a jóvenes de bachillerato, muchos de ellos menores de edad, en campaña para invitar al voto hacia Jesús Madueña.
Imagínese usted a un morro de prepa a gusto en su aula, tomando clase, pasando un rato con sus compas o en una actividad recreativa en su unidad académica, y que le interrumpan para ser grabado en material propagandístico, a favor de un señor al que conocen más por comprar tortillas a mansalva que por ser el Rector de su universidad.
Lo más grave es que probablemente estos estudiantes sean incentivados para participar en estas cosas a cambio de puntos, horas libres o chance la calificación completa.
Y otra más gacha, que hasta pena ajena da, es ver a docentes y administrativos que presumen sus maestrías y doctorados, encabezando exposiciones y conferencias para decirles a los plebes que voten por Madueña, o si no vendrá El Coco por ellos.
Ya de manera más pública y algo sutil, el presidente de la Comisión de Elecciones y Consultas, organizadora de las votaciones, Tiojari Dagoberto Guzmán Galindo, está haciendo su esfuerzo para ganarse algún cargo si gana Madueña.
Es irrisorio el contraste entre las preguntas que le realizaron a la doctora Denise Díaz Quiñónez durante su comparecencia, con las realizadas al doctor Jesús Madueña, en el primer evento realizado en Los Mochis.
Mire usted qué casualidad que justo a la candidata que no está al frente de la administración central y, por lógica no tiene acceso a esos datos, le avientan preguntas como el número de convenios institucionales que mantiene la UAS o la cifra de docentes rosalinos en el Sistema Nacional de Investigadores e Investigadoras.
Pocas caras engañan menos como las del profesor Tiojari Guzmán, máximo encargado de este proceso electoral, cada vez que le dirige la palabra a Denise Díaz Quiñónez, pues simplemente en su gesto plasma el rechazo y pocas ganas que hay de que alguien de la disidencia pueda alcanzar el poder en la institución.
Habrá que confiar en que la comunidad universitaria, la verdadera comunidad rosalina que vela por la academia, el progreso, transparencia, igualdad y justicia, decida qué hacer con su institución. Una confianza que nos queda poca, pues hemos visto que son bien poquitos los que se atreven a alzar la voz. A ver si ahora si sacan el fua.
Todo pareciera indicar que el mundo ideal, en donde no pasa nada y todos podemos hacer lo que nos dé la gana, a veces si convence por completo al Gobernador Rubén Rocha Moya de que es real.
Lo ha repetido tantas veces que ya preocupa que vaya más allá del cálculo narrativo.
Ayer, por ejemplo, frente a los diputados del Congreso del Estado, del gabinete del Gobierno estatal y de casi todos los jefes del Gobierno municipal que hicieron acto de presencia, a todas luces obligatorias, para el banderazo de obras de una escuela secundaria en Valle Alto en el marco del Plan Sinaloa, el gobernador se anotó una raya más.
Ya sabrá usted, la más grande concentración de raza usando camisas Maja al mismo tiempo y una de las filas más largas que se han visto de guaruras esperando al patrón con el aire acondicionado prendido en la historia reciente.
Total que en los más de 60 minutos que duró el Gobernador en su discurso, pues habló de los pendientes, las peticiones que le han hecho, sus prioridades y sus proyectos.
Hasta ahí, todo normal, sin embargo hubo una frase que nos da la razón sobre sus ganas de distorsionar la realidad, como dicen los plebes.
En el auge del discurso, Rocha Moya preguntó a decenas de niños que estaban en el lugar, si les gustaría que se construyera una cancha de fútbol con césped sintético.
“¿Conocen Tepuche?”, cuestionó a gritos y empezó a cruzar a la otra dimensión sin que muchos nos diéramos cuenta.
“Los invito a que vayan, para que conozcan la cancha que les hicimos allá “.
Híjole... y es que cualquiera que viva en Culiacán y haya sobrevivido los últimos siete meses a la crisis de seguridad, propiciada por la guerra interna del Cártel de Sinaloa, sabe dónde está y tiene nociones de cómo masca la iguana.
Si bien es cierto que recientemente las autoridades fueron en comitiva a visitar la comunidad, también lo es que no habían ido desde que estalló la guerra, que no hay Policía Municipal en la comandancia desde hace años y que su ubicación y conexión con Imala y Sanalona lo ha vuelto más peligrosa porque pertenece a una franja rural serrana de la que solo hemos recibido malas noticias en los últimos cuatro años.
Y pues así no dan ganas de jugar futbol.