La libertad de expresión es un derecho, pero como tal, tiene como límites no dañar los derechos de los demás.
    El peso de los hechos contra las palabras

    De risa que algunos candidatos, como los del Frente Amplio, basen sus discursos en echarle tierra a los actuales gobernantes, de sus deficiencias y que se jacten de que ellos, o los de sus partidos, son mejores para gobernar.

    Y los de enfrente, los de Morena, igual, con la misma cantaleta, ignorando incluso que en todo el País hay evidencia de muchísimas irregularidades de tipos que llegaron al poder con su plataforma y fueron un fiasco.

    Por eso destaca la decisión que tomó el Tribunal Electoral de sancionar y obligar a la dirigente estatal del PRI, Paola Gárate, y su candidata al Senado, Paloma Sánchez, a retirar su campaña para acusar al candidato al Senado por Morena, el ex Secretario General de Gobierno, Enrique Inzunza Cázarez.

    Tanto Morena como el ex funcionario denunciaron a ambas por haber incurrido sistemáticamente ataques a su honor, mediante calumnias, utilizando espacios en medios de comunicación, foros y redes sociales.

    En tiempos políticos, lo normal.

    La dirigente y la candidata, y no sólo Paloma, sino todos los candidatos, han insistido incluso desde antes de la campaña en las denuncias que una mujer interpuso en su contra por presuntos actos de acoso.

    Lo cierto es que ni siquiera hay un proceso y la equivocación de todos los candidatos es que dan por hecho las acusaciones.

    Por lo mismo, tanto Morena como Inzunza Cázarez denunciaron a los comentaristas de un programa de RadioUAS.

    Por supuesto que la libertad de expresión es un derecho, pero como tal, tiene como límites no dañar los derechos de los demás.

    En cambio, hay hechos contundentes contra otros ex Presidentes Municipales llevados por Morena al poder, que fueron desaforados y que están en un proceso judicial acusados por la Fiscalía General del Estado.

    O como los discursos de los candidatos a la Presidencia Municipal que hablan de irregularidades en gastos de gasolina, publicidad o contratos de empresas que dan asesorías, que se han escrito infinidad de notas sobre estos casos desde que Noroeste se fundó.

    Por eso que la decisión del Tribunal es un golpe a la mesa, porque como en la vida, siempre son más contundentes los hechos que las palabras.

    El problema
    que se agrava

    Qué difícil imaginar por la situación que han de pasar esas familias que reportan que sus hijos han desaparecido en las últimas semanas.

    El problema, como lo hemos abordado ya antes en este espacio, no tiene ni siquiera indicios de que se vaya a terminar pronto.

    Si fuéramos pescadores y el problema fuera el Océano, todavía no alcanzaríamos a ver la orilla ni escucharíamos a alguien gritar con esperanza un “tierra a la vista!”.

    Pero de lo que sí hay indicios es que se ha agravado, como los detalles esos de que entre los jóvenes desaparecido hay estudiantes.

    En las redes sociales han aparecido las fotografías de los jóvenes con sus uniformes.

    Lo grave de este detalles es que es una prueba irrefutable que hoy en día los jóvenes también enfrentan este problema de la inseguridad y violencia en sus propios planteles o sus aulas.

    Preocupante ya es, de por sí, que no se hable de ello, que ni denuncias, ni organismos civiles y por eso menos podemos esperar a que salga la autoridad a dar una explicación o por lo menos un comentario del trabajo que se hace o se pretender hacer.

    Alguna señal que nos hiciera pensar que se preocupan por hacer algo diferente.

    Pero pues no, ni siquiera desde el Gobierno federal que se lava las manos más fácil, menos del Gobierno del Estado sí lo que menos quieren es que se hable de ello.

    Lejos de salirnos del brasero, si brincamos seguro nos caemos en más brasas.

    Ya se acabaron
    los pretextos

    Una de las cosas por las que los periodistas agradecemos que terminen las campañas es que los funcionarios de la administración municipal de Culiacán ya no estarán ni sordos ni mudos, o al menos ya no podrán echarle la culpa a la veda electoral.

    Lejos de aprovechar y hacer ver que la administración funciona, más allá del color y del mono que está en la silla, pues desperdiciaron el tiempo, mantuvieron a la ciudadanía sin la oportunidad de que se informara sobre lo que están haciendo, y nos hicieron el trabajo más difícil a todos.

    La otra teoría es que todos se tomaron unas buenas vacaciones, ya saben, la vieja frase de “mientras el lobo no está”, o que se fueron a apoyar al mismísimo Juan de Dios en su campaña, ninguna de estas dos posibilidades suenan a imposibles.

    Caso muy similar es el de los regidores que no los volvimos a ver en sus oficinas, a ver si se animan a ir este lunes o agarrarán semana inglesa.

    Total, como recalcamos, lo bueno es que las campañas ya casi terminaron y con ello los pretextos para la raza que le encanta sacarle la vuelta al jale.

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    Malecón es columna institucional de esta casa editorial.

    malecon@noroeste.com

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