Sinaloa apura los últimos meses de la administración del Gobernador Quirino Ordaz Coppel y se alista para iniciar seis años de la administración de Rubén Rocha Moya, aquí intentaremos hacer una comparación de dos políticos con estilos completamente distintos, pero la misma misión: llevar por buen camino a Sinaloa.
A unos meses del cambio de poderes, Ordaz Coppel y Rocha Moya ya se encontraron personalmente y comienzan a trabajar en la transición. Esperemos que la amistad que los une y la necesidad de ambos de trabajar por Sinaloa sean suficientes para beneficiar a los sinaloenses.
El Gobernador actual impuso un estilo difícil de imitar: atravesaba Sinaloa de extremo a extremo y con pocas horas de diferencia, creando una imagen de hiperactividad y de resultados, inaugurando y construyendo obra pública prácticamente en todo el estado.
Dos obsesiones lo acompañaron: la cercanía con los sinaloenses, obligándose a construir una imagen que resumió en una frase: “echado pa’ delante”, y la otra, la obsesión por diferenciarse de la “oscura” administración de Mario López Valdez.
Quizá sus mayores logros se encuentren en este terreno: obra pública, una buena relación con prácticamente todos los sectores productivos, sociales y políticos, y una imagen de una administración honesta.
Sus debilidades las podemos encontrar en el terreno de la cultura y las artes, una tarea que decidió atacar en la segunda parte de su administración, pero la pandemia le robó cualquier buena intención.
Ordaz Coppel es un político profundamente pragmático que sentó buenas relaciones con los dos presidentes que le tocaron a su administración y que gobernó desde el WhatsApp, manteniendo un férreo control y disciplina sobre los funcionarios de su equipo.
Hasta el final de su administración, las encuestas nacionales califican bien a Ordaz Coppel y quizá el mejor reconocimiento que consiga será la posibilidad de sentarse en cualquier restaurante en el futuro y que los sinaloenses sigan saludándolo, algo que la mayoría de los ex gobernadores no pueden hacer.
Experiencia y buen juicio son las dos principales características que se adivinan en Rubén Rocha Moya, el Gobernador electo que sucederá a Quirino Ordaz Coppel.
Originario de Batequitas, Badiraguato, Rocha Moya proviene del Sinaloa profundo, de esas regiones que te dan tus primeras lecciones solo por haber nacido ahí.
Maestro de primaria, de preparatoria y de universidad, Rocha Moya completa un largo recorrido por el magisterio sinaloense hasta llegar a convertirse en Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, una carrera que hasta ahí ya era para estar orgulloso.
Sin embargo, Rocha Moya tiene mucho más, con una participación activa en los movimientos de izquierda durante toda su vida, al mismo tiempo que crecía en el ámbito de la educación, construía una carrera política que lo llevó a ser diputado local, senador y tres veces candidato a la Gubernatura.
Desde temprano en su carrera política conoció y acompañó en sus luchas a Andrés Manuel López Obrador, lo que ahora le da una inmejorable posición como Gobernador.
Más allá de los estilos para gobernar, las diferencias centrales entre los dos gobernadores, el actual y el electo, radican en que mientras Quirino Ordaz Coppel es un administrador nato que amplió la base de ingresos del Gobierno del Estado, las disciplinó y las hizo más eficientes, Rubén Rocha Moya podría llevar esos beneficios a las clases más desfavorecidas de Sinaloa.
Rocha Moya ha insistido de manera recurrente que traerá a Sinaloa la Cuarta Transformación y eso en plata pura significa la ampliación de los programas sociales, mejoras en salud, educación y cultura.
Otra de las ventajas que tendrá el Gobernador electo al entrar en funciones es que recibirá dinero en la caja, a diferencia de Ordaz Coopel que recibió deudas y unas finanzas desaseadas que terminaron en juicios y escándalos de corrupción, para castigar a los ex funcionarios de Mario López Valdez.
Aunque Ordaz Coopel no pagó completa la deuda de Malova, solo el 25 por ciento, no dejará deuda a corto plazo, una ventaja que Rocha Moya podría capitalizar si se mueve con anticipación y baja los recursos de la federación que le permitan tener unos primeros 100 días de ensueño.
Pero no todo será color de rosa en el inicio de la administración de Rocha Moya, así como recibirá cosas buenas, la economía estatal se encuentra muy presionada por muchos lados, la pandemia y la crisis económica del País la condicionan.
Instituciones como la UAS lo estarán esperando recargados en la puerta de Palacio de Gobierno para pedirle más recursos, y no será la única, también llegarán los sindicatos estatales, los municipios y sectores muy golpeados como el de Salud.
Rocha Moya tendrá que resolver con pinzas cada uno de los temas porque no hay presupuesto que aguante el océano de necesidades que se encontrará en cuanto se siente en la silla del tercer piso.
Y si el Mandatario electo cede a las presiones, cada concesión limitará su propio margen de maniobra.
Pero el gran tema que enfrentará, y que se ha convertido en el dolor de cabeza de los gobiernos modernos en México, será el de la seguridad; un tema que nadie ha atinado a resolver y que de tanto en tanto paraliza ciudades enterase, léase “El culiacanazo”.
La inseguridad en Sinaloa consume una gran cantidad de recursos y compromete la viabilidad de una administración completa, de ahí que será una de esas pesadillas recurrentes del futuro Gobernador.
En resumen, las grandes ventajas de Rubén Rocha Moya serán su experiencia, su talante sereno, un Congreso aliado, su amistad con el Presidente y la legitimidad que le dio la mayoría arrasadora de las urnas.
Pero los retos que han enfrentado sus antecesores seguirán ahí: una economía comprometida, el tema de la inseguridad y una sociedad que espera grandes cambios.