El caos se ve venir y las autoridades no hacen mucho por evitarlo.
La experiencia de otros años en Mazatlán habla de que combinar un día hábil, en el que hay clases y jornada laboral normal, con un día desfile multitudinario, no va a dar un buen resultado vial.
Las calles se congestionan (por el simple hecho de que la Avenida del Mar está cerrada), los operativos de Tránsito no se dan abasto y en general el conductor termina perdiendo tiempo, desperdiciando gasolina, contaminado más con su vehículo y, sobre todo, afectando la productividad en, insistimos, un día hábil laboralmente hablando.
Ésas son las cuestiones a veces incomprensibles de las acciones oficiales.
Pero lo más decepcionante es ver cómo los responsables de al menos coordinar para que se aminore el caos toman su labor como día de campo.
O al menos es lo que se observa en dos fotografías publicadas ayer por Noroeste en su portal de Internet y redes sociales. Mientras el caos vial desbordaba una avenida, en este caso la Cruz Lizárraga, se observa un grupo de tránsitos y policías platicando bajo la sombra de un árbol. Literalmente, dando la espalda al problema vial.
Dando la espalda a los conductores, dando la espalda a los ciudadanos. Y por si fuera poco, cuando el periodista o el ciudadano toma la foto, los elementos no se apresuran, al menos por vergüenza, a cumplir su labor.
No, burlonamente retan y festinan con señales de victoria para que les tomen esa foto y otras más. Detalle menor tal vez, pero que refleja el grado de indolencia de nuestros agentes del orden.
Estos agentes de Tránsito de Mazatlán, como luego dicen, ven la "tempestad" (que es la crisis de credibilidad que enfrenta el Gobierno y las corporaciones) y ni así hacen algo por mejorar ya no su labor.
La alumna que dobló al sistema educativo
Los padres de familia de la "Federal 2" lograron impedir el acceso a la menor que fue expulsada por supuestas conductas impropias para su edad y su grado escolar.
Pero el problema va más allá de una inconformidad por el temor que manifestaban sus hijos.
La amarga realidad es que no hay programas de contención que atajen estos problemas de alumnos y alumnas, cuyas familias viven cierto grado de disfuncionalidad, y se llega, en el mejor de los casos, a manifestarse y bloquear calles, porque en el peor de los escenarios, la violencia se apodera de las calles y las aulas, en forma de agresiones, asesinatos o suicidios, según sea el caso.
La autoridad de nuevo quedó rebasada, con las manos atadas, pasiva.
El problema, por lo que declara Arturo Cundapí Ramos, jefe de Secundarias Federalizadas en Sinaloa, tenía nueve antecedentes de otros planteles en el puerto, y nada se había hecho para canalizar a la menor ante una instancia de ayuda emocional y sicológica.
Tarde y mal
Estados Unidos ha vuelto a abrir la puerta a los inmigrantes, pero lo ha hecho después de una agotadora discusión que lleva casi 30 años, lo ha hecho después de un debate político tramposo y se dispone a hacerlo bajo la amenaza de un boicot.
En lugar de nacer en el Congreso, donde nacen las leyes, y de ofrecer la ciudadanía a los 11 millones de indocumentados en espera de legalizar su situación, la propuesta viene auspiciada por la desesperación del Presidente Obama, quien se cansó de esperar el apoyo de los legisladores y se lanzó a la brava, protegido sólo con sus atribuciones presidenciales.
El problema es que con todo y su poder presidencial, Obama no puede ofrecer la ciudadanía a los indocumentados, eso sólo lo puede hacer el Congreso, entregará permisos de trabajo, impedirá deportaciones y poco más.
Del otro lado están los republicanos y su mayoría en las dos cámaras, listos para bloquear, retrasar o destruir lo que proponga su Presidente.
La guerra apenas comienza.
Aumenta la espiral
La espiral de inconformidad va en aumento y no se ve claro aún si acaso disminuirá.
Ayer de nueva cuenta hubo manifestaciones en diversas ciudades del país y de otros países, como en Nueva York o Santiago de Chile, pero en especial, la realizada en el Zócalo y Paseo de la Reforma de la Ciudad de México fue impresionantemente significativa.
Quizá en el pasado han habido otras marchas o manifestaciones masivas, pero tantas por tantos días, con un crecimiento sostenido y una muestra internacional en todos los niveles, significa que algo tiene que cambiar.
Lo importante, ahora, además de conocer la verdad, tener justicia, reparar el daño y garantizar la no repetición de crímenes como la desaparición de los 43 normalistas, son dos cosas.
Que se canalice el caso como Crimen de Estado para generar antecedente y comenzar a canalizar tanta inconformidad y energía hacia un proyecto, porque de otra manera, por más que no parezca así, el tiempo soplará y borrará todo... de nuevo.
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