En las semanas pasadas, mi libro "¡Atrévete! Propuesta hereje contra la violencia en México" (editorial Aguilar 2014) llegó al primer lugar de ventas de libros de no ficción y quedó en los primeros 10 sitios del total de libros más vendidos en el País.
No cuento esto para alabarme, sino para, siguiendo mi costumbre, entender el porqué de esa situación.
Lo primero que debo decir es que no considero que los lectores estén comprando un libro mío, sino que lo que les interesa y atrae es que se trata de una propuesta. Esto me permite afirmar como primera explicación, algo que parecería obvio: que los mexicanos estamos cansados de esta situación de violencia en que la vivimos y sentimos necesidad de buscar caminos para enfrentarla y, de ser posible, resolverla. Y este libro ofrece uno.
Digo que esto parece obvio, pero no lo es. La afirmación de que estamos hartos de la situación no necesariamente tendría que ser cierta, pues puede ser que la indiferencia y la costumbre lo impidan o que predomine el hecho de que muchos están recibiendo beneficios de ella. Se conocen suficientes ejemplos de que las personas pueden vivir en medio del peor de los horrores y no por eso hartarse o hacer por buscarle salida.
El hecho de que este libro se mueva, indica que tal vez son muchos los que sí quieren que esto termine y eso resulta alentador.
El segundo elemento explicativo, tiene que ver ya directamente con la propuesta. Propuestas no hay muchas y de las que hay, lo que dicen tal vez no le resulta atractivo al ciudadano común, sea porque le hablan a las autoridades o porque lo que requieren es muy difícil de conseguir o porque las personas comunes no se sienten incluidas en ellas.
Este libro se dirige a las madres de los delincuentes para pedirles que actúen para bajarle a la violencia y la crueldad. Ése es su objetivo. Pero también lo puede aprovechar cualquier madre y padre de familia que quiera evitar la reproducción de dicha violencia y crueldad.
Es un camino que no requiere de ninguna capacitación, organización o recurso, sino solamente de la voluntad y la decisión. Y a partir de eso, incidir en el seno de su círculo inmediato, el de la familia, vecinos y amigos, para que empiece a funcionar y a extenderse.
Y aquí viene otro elemento significativo para la explicación: el hecho de que los ciudadanos que lo han leído sientan que funciona, que les parezca factible y que vale la pena intentarlo. Esto es lo que generó que este texto se esté moviendo, pues su publicidad sólo ha sido de boca en boca.
Pero eso no es todo. La propuesta también ha resultado atractiva porque nos incluye a los ciudadanos en la resolución del problema. Y más todavía: nos hace responsables de ello. Y por lo visto, ya hay muchos que quieren tener el papel protagónico que nos corresponde: el de ser una ciudadanía activa, no solamente por las acciones que emprendemos o por las que impedimos que se cometan, sino también por las que le exigimos a nuestros gobernantes. Porque esta propuesta para nada los exime de sus obligaciones, sino al contrario, los emplaza a cumplirlas.
Encuentro en estos elementos la razón de que el libro le interese a los lectores. Por supuesto, estoy muy contenta y agradecida, porque lo escribí precisamente con el objetivo de que se despierte un debate que nos involucre a todos y nos provoque a actuar. Ya no podemos seguir esperando que nos resuelvan el problema. Es hora de tomar el asunto en nuestras manos.
Termino aclarando lo siguiente: mi propuesta no es la única posible, ni siquiera la mejor. Lo importante es que pone sobre la mesa la necesidad de generar caminos que se puedan poner en práctica ya. Cada grupo social decidirá el suyo en función de su situación particular y específica. Pero lo que sí resulta fundamental reconocer es que la única manera de salir adelante es desde abajo, desde la propia ciudadanía.
Escritora e investigadora en la UNAM
sarasef@prodigy.net.mx
www.sarasefchovich.com