El asesinato del periodista Javier Valdez nos ha traído amargas lecciones. Amargas porque nada puede superar su muerte.
La indignación ha llegado a las calles, las protestas se suceden, una tras otra.
Ayer cientos se manifestaron de nuevo a una semana del crimen. La convocatoria fue por redes, de boca a boca, y la respuesta fue espontánea, emotiva y esperanzadora.
La cita fue en Catedral, cientos llegaron con veladoras en mano, pancartas. Hubo artistas con su danza del venado, lectura de poemas, lectura de extractos de sus libros, para dar paso un grito unánime, justicia, ni uno más, no más impunidad.
Muchos ciudadanos se unieron con el grito de “no se dejen”, “los apoyamos”.
La figura de Javier Valdez sigue creciendo y más de un político comienza a sentir la presión de una muerte que puede llegar a cambiar muchas cosas.
Presión internacional
Una de las razones por la que el asesinato de Javier Valdez haya provocado una reacción en todos los niveles del Gobierno mexicano es la presión internacional que ha generado el caso.
A diferencia de otros asesinatos de periodistas en México, la figura del sinaloense ha roto las fronteras y provocado que la indignación sea a nivel global.
Ayer, uno de los diarios más influyentes del mundo, The Washington Post exigió en su editorial al Presidente Enrique Peña Nieto que la resolución del crimen sea una de sus prioridades.
La editorial propone, además, que el legado de Javier Valdez sirva como estímulo para crear las leyes que permitan la legalidad que le hace falta al País.
Difícilmente el Gobierno de Peña Nieto puede hacerse el que no escucha, la presión del periodista sinaloense está lejos de terminar su cometido.
Una buena
En estos tiempos oscuros al parecer también hay buenas noticias y es que las manifestaciones en contra del llamado “gasolinazo” al parecer rindieron sus frutos, ya que obligaron, de alguna manera, a que diputados locales renunciaran a sus bonos o apoyos de combustibles y transporte.
Ayer se dio a conocer que gracias a esa “renuncia” se pudo juntar, hasta la fecha, la nada despreciable suma de un millón 100 mil pesos. El ahorro le costó a cada diputado 27 mil 500 pesos desde el mes de enero.
Lo mejor de todo es que el “ahorro” ya tiene destinatarios: el Hospital Pediátrico y a la Administración de la Beneficencia Pública.
Esto permitirá que niños con cáncer tengan acceso a mejores condiciones de tratamientos, además, se podrán entregar becas para que niños puedan estudiar.
El Congreso promete que todo será transparente y que las entregas de estos recursos serán bajo el escrutinio de la ley.
El Trump mazatleco
Los mazatlecos tienen en su Alcalde a una mala copia de Donald Trump y, peor que eso, una mala copia del peor Trump.
Fernando Pucheta Sánchez tiene la piel delgadita, no le gusta que lo critiquen y utiliza algunas de las clásicas estrategias del magnate republicano: antes de defenderse ataca, ataca y ataca, sin pensar mucho lo que va a decir, simplemente ataca, lanza insultos, medias verdades, se asume como víctima y se regodea en supuestos complots en su contra.
Uno de sus blancos preferidos, al igual que Trump, es la prensa, a la que acusa de todo lo que pueda decirse en su contra, jamás analiza las causas de un problema, ni las razones de una crítica, simplemente arremete contra los medios.
Lo más sorprendente es que ni siquiera tiene un medio al que acusar de estar en su contra, simplemente se burla de los periodistas en general por “ganar poco”, los acusa de recibir dinero a cambio de “pegarle” y enfurece cuando considera que alguien está cambiando la versión de algo que dijo o hizo.
Pucheta se molesta hasta de los ciudadanos que le exigen seguridad a los policías, como única respuesta se lanza a proteger a sus agentes (algo que se le debe de aplaudir), pero inmediatamente carga contra la ciudadanía, craso error.
La parte corrupta
A favor de las actitudes del Alcalde Fernando Pucheta Sánchez en contra de la prensa se puede decir poco, pero hay que reconocer que para criticar utiliza un argumento que durante años se ha aplicado a muchos periodistas, la corrupción.
Durante décadas, parte de la prensa sinaloense ha sido comprada, sometida y controlada por los políticos.
Para muchos periodistas no existe una línea que separe su oficio de los quehaceres del Gobierno, de ahí que veamos a periodistas convertidos en funcionarios y después vueltos a periodistas como si fuera la cosa más natural del mundo.
También es cierto que los bajos salarios de los periodistas no ayuda y eso no es exclusividad de Mazatlán, Culiacán o Sinaloa, es un mal que afecta a todo México.El asesinato del periodista Javier Valdez nos ha traído amargas lecciones. Amargas porque nada puede superar su muerte.