"La historia de los 14 viejitos"

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29/08/2014

    Bobadilla

    Hace poco más de un año, en el de­sierto de Coahui­la, 14 viejitos mi­serables decidieron cerrar un camino de tierra que una minera canadiense usa y que está sobre la propiedad que heredaron de sus padres.
    Es decir: el camino de tie­rra cruza su ejido, Tenochtit­lan. Los viejitos, que viven en casas de lodo y palos, blo­quearon ese acceso porque es parte de su propiedad.
    La minera First Magestic tiene su propia seguridad privada (que ha usado con­tra los viejitos en otras oca­siones) pero esa vez decidió librarse de ellos de manera más fácil: llamó a las autori­dades mexicanas.
    Era un 27 de junio. La reportera Kowanin Silva, del periódico Vanguardia de Saltillo, cita a uno de los viejitos:
    "Estábanos tapando con un falsete para que no pasa­ran el diesel y vinieran los señores de la mina a dialo­gar, nada más que en lugar de dialogar nos echaron a la judicial. Nos llevaron presos, detenidos. 64 judiciales, 16 camionetas, para llevarse a 14 viejitos de su propiedad. Sentimos feo porque éranos puras personas de la tercera edad. Era la ley. Venían arma­dos y diciéndonos groserías. Nos echaron arriba de las trocas como cayéranos y nos llevaron", dijo Efrén Barajas.
    La Procuraduría del Es­tado de Coahuila ordenó un operativo para aprehender­los por "obstrucción de vías de comunicación". La Pro­curaduría del Gobernador Rubén Moreira, hermano de Humberto.
    "Nos levantaron y nos pa­searon por Múzquiz, Rosita, Monclova, luego Cuatrocié­negas hasta Químicas del Rey. Fueron más de 12 horas en la noche. Iban bien recio. Lo que no querían era que les amaneciera en el cami­no con nosotros", dijo Lauro Vega a la periodista.
    Algunos de los viejitos todavía tienen marcas de las esposas. Un año después.
    Para salir de prisión tu­vieron que pagar 500 pesos cada uno.
    El camino de tierra que "obstruyeron" no está re­gistrado en la Secretaría de Comunicaciones y Trans­portes. Y no está, porque no existe: ese camino es parte de las tierras de los viejitos.
    En 1976, el grupo de 36 eji­datarios recibió el título de propiedad de Tenochtitlan por 10 mil 100 hectáreas. Un decreto presidencial. Pero cuando fueron a la Secretaría de la Reforma Agraria a reco­ger sus documentos, en 1980, ya eran menos tierras: sólo 8 mil 765 hectáreas. Las que "desaparecieron misteriosa­mente" ahora eran propiedad de Grupo Peñoles, incluida La Encantada, una generosa mina de plata que podría dar de comer no sólo a los viejitos del pueblo, sino también a sus siguientes diez, quince, cien generaciones.
    En 2004, conocedor de la riqueza que hay en el sub­suelo que ya explotaba, el corporativo Peñoles se am­paró y siguió ocupando las tierras y extrayendo la plata que de acuerdo con las leyes mexicanas, aunque ya esté distribuida por todo el mun­do, es de los viejitos.
    Peñoles, sin embargo, perdió el amparo en 2006 y la Reforma Agraria ordenó restituir las tierras (las 10 mil 100 hectáreas comple­tas) a los habitantes de Te­nochtitlan. Pero, para enton­ces, Peñoles ya había "ven­dido" la mina canadiense la propiedad que ocupaba con un amparo. (¿Se puede hacer eso? Claro que se puede ha­cer eso y más en este País. Es cuestión de tener el dinero).
    Ahora los viejitos se las ven con First Magestic, que tampoco tiene buenos mo­dales y a la vez que litiga lo que pertenece a estos ciuda­danos mexicanos, saca más de mil millones de dólares en onzas de plata cada año.
    Más de mil millones de dólares al año, sí. La plata sale en aviones privados cada tercer día, de acuerdo con los periodistas del dia­rio coahuilense Vanguardia. Vuela al extranjero.
    Más de tres décadas de sa­queo llevan ambas empresas. Primero la mexicana, Peño­les; ahora la canadiense.
    Más de 35 años tratando a los viejitos a patadas, matán­doles los animales, obligán­dolos a identificarse incluso para entrar a su propiedad. Más de 35 años jodiéndoles el terreno, dejándolos sin agua. Las chivas que les permiten malvivir, narra la reportera Kowanin Silva, se les mue­ren de una en una por los químicos que se han vertido a la poca agua que tenían en ese enorme desierto.
    Y seguramente los vieji­tos, de por sí ya muy pocos, morirán sin ver un peso. O les darán una embarrada en la mano, apenas unas babas. Porque hasta ahora no han visto nada y están cansados de luchar. Porque la justicia es para los que tienen más.
    Un cálculo hecho por la periodista Silva indica que, si aceptan lo que les ofrece la minera canadiense, podrían recibir unos 277 mil pesos cada uno.
    Claro, a eso hay que des­contarle el 30 por ciento que se llevan los abogados.
    La minera pagó 68 mil pe­sos de impuestos en 2013 por extraer un millón 277 mil 500 toneladas de mineral.
    68 mil pesos de impues­tos en 2013. Qué País.
    Pocos se dieron cuenta, pero los legisladores del PRI y del PAN que aprobaron la reforma energética de En­rique Peña Nieto dieron un "regalito" a las empresas mi­neras: si justifican proyectos de energía, podrán utilizar la misma ley que ya permite a las petroleras sacar de sus propiedades a cuanto jodido mexicano se les atraviese en sus planes. Como los jodidos viejitos.
    Tengo una sola cosa más que decir a los legisladores que aprobaron esa reforma: ojalá que cada peso que ob­tuvieron en bonos por en­tregar los recursos en los mexicanos, se les atore a la hora de ir al baño. Ojalá se los traguen en monedas, por supuesto.
    No tienen madre.

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