"Gobiernos de 'todólogos'"

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08/02/2014 00:00

    MAYRA ZAZUETA

    A principios de los ochentas del siglo pasado se estrenó una película estelarizada por Héctor Suárez, titulada "El mil usos", que describía la vida llena de dificultades de un pobre campesino que emigra a la capital del País en busca de un futuro mejor, y quien al final no ve más alternativa que regresar a su pueblo, cargado de un costal lleno de frustraciones.
    El personaje que interpreta Héctor Suárez se llama Tránsito, lo que de alguna manera tiene que ver con su paso, su tránsito, por una larguísima lista de chambas, que ni siquiera podrían llamarse oficios, ya que no dominaba ninguno de ellos.
    Sin duda es un personaje con el que se identifican millones de mexicanos, que sin oportunidad de educación, o que habiéndola tenido la desaprovecharon, deambulan por las calles o se plantan en las esquinas ofreciendo sus servicios, de lo que sea: fontaneros, pintores, franeleros, limpiavidrios, cuidadores de carros, etc.
    La lista es infinita, tan larga que no cabrían sus denominaciones en tres o más páginas, pero que siempre estará incompleta, porque en ella no se incluye a la clase política, que da cabida al más grande segmento de "mil usos" o todólogos posible.
    Son legendarios los casos de Pedro Ojeda Paullada y Arsenio Farell Cubillas.
    El primero desempeñó cargos tan disímbolos como Secretario de Pesca, Secretario del Trabajo, Procurador General de la República, dirigente del PRI, además de haber pasado por el Senado y la Cámara de Diputados.
    Farell Cubillas igualmente deambuló por puestos de primerísimo nivel en el Gobierno federal: director general del IMSS, director general de la CFE, director general de Luz y Fuerza del Centro, Secretario del Trabajo, Secretario de la Contraloría y Desarrollo Administrativo y Presidente del Consejo Nacional de Seguridad Pública, entre otros.
    La disciplina fue sin duda el eje de la trayectoria política y administrativa de ambos, sin ella, supongo, difícilmente hubieran podido lograr ambos tan largo tránsito por el Gobierno de la República y en el ámbito político.
    Los gobiernos de los estados son una réplica de lo que ocurre en el Gobierno federal. Si bien los cargos se asignan a los amigos, a los incondicionales y hasta a apoyadores en las campañas políticas, llegado el momento son movidos como piezas de ajedrez, aunque siguen estando dentro del juego, salvo que incurran en indisciplina, que es lo verdaderamente imperdonable.
    Recién acaba de realizar el Gobernador Mario López Valdez los primeros cambios en su gabinete, y no ha demostrado nada que el ciudadano común no hubiera esperado. Los funcionarios a los que desechó, los mismos a los que al iniciar su gobierno definió como los más idóneos, los ha reemplazado por personajes que recién quedaron en el desempleo, a los que califica como "probados".
    No importa que los cargos que han desempeñado los Higuera, Rivas, Urías, Plata, nada tengan qué ver con las responsabilidades que ahora les ha encomendado. Son todólogos que encajan a la perfección en el engranaje de su administración; son los "multiusos" de la política, dispuestos a hacer cualquier chamba, con miras a estar siempre en una posición desde la cual puedan saltar en su momento a otra responsabilidad más importante. El asunto es no dejar de estar nunca fuera de la jugada, ni del presupuesto.
    Para los "multiusos", hacer cualquier talacha, la que sea, es cuestión de supervivencia. Unos, aquellos que mencionamos al principio, lo hacen desde los niveles más marginales; buscan sacar al menos el "chivo" diario que les permita a ellos y sus familias saciar el hambre.
    Los otros, los de la política, lo hacen buscando lograr otra oportunidad en el servicio público. Lo hacen saltando de despacho en despacho, de una dirección a otra, o de una curul a una oficina, calculando siempre los tiempos políticos para estar en el lugar y el momento justos para estar en la posibilidad de ser llamados por el jefe. ¡Ah!, por supuesto que para este último también es cuestión de supervivencia utilizar de la manera adecuada las piezas de ese ajedrez llamado política.


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