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"Editorial"

"El porvenir de los recuerdos"

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11/09/2012 00:00

    Columba Vértiz

    El 11 de septiembre se ha convertido en una fecha aciaga y fatídica a partir del atentado de las torres gemelas, acaecido en 2001.
    En 1968, el famoso director Stanley Kubrick estrenó la película 2001, Odisea en el espacio; sin embargo, lo que sucedió realmente en 2001 fue que unos aviones surcaron el espacio para incrustarse en las Torres Gemelas y en el Pentágono. Tan sólo en el centro de Manhattan murieron más de 2 mil 600 personas.
    De por sí, antes de este brutal ataque, el 11 de septiembre ya era una fecha marcada en el calendario debido a que ese día, pero en 1973, tuvo lugar el "Pinochetazo" y el derrocamiento del Presidente Salvador Allende, en Chile.
    Sin embargo, así como dicen que el tiempo cura las heridas, también se encarga muchas veces de sepultar los recuerdos y la memoria, sobre todo cuando los acontecimientos son ya más distantes y se ha operado un cambio en la mentalidad del ser humano.
    El golpe de Estado en Chile era ya un acontecimiento muy distante. Además, las juventudes de las décadas de los años 80 y 90 ya no tenían una mentalidad revolucionaria e izquierdista como las de los años 60 y 70.
    Además, los medios de comunicación no contaban en aquellas fechas con la tecnología que se tenía ya en 2001, lo que permitió que el ser humano de cualquier parte del mundo fuera testigo incrédulo, en el mismo momento en que sucedía el ataque a las Torres Gemelas, de la magnitud de la tragedia que estaba aconteciendo.
    Como si se tratase de una película de suspenso y de terror, millones de ojos, que amenazaban con salirse de sus órbitas, presenciaron a través de las pantallas de televisión la macabra escena. Se trataba de algo que las personas no estaban acostumbradas a ver y que se resistían a creer.
    Por si estas dos fechas de un día 11 fueran aún poco, el 11 de marzo de 2004 el mundo se sacudió con los atentados terroristas sucedidos en cuatro trenes de la red Cercanías de Madrid, en los que fallecieron 191 personas y mil 858 resultaron heridas.
    En el micromundo de Sinaloa, y en específico de Culiacán, el 11 de septiembre de 2004 se convirtió también en una fecha que siempre será recordada, pues ese día asesinaron en el estacionamiento de conocida plaza de la capital a Rodolfo Carrillo Fuentes, hermano de "El señor de los Cielos" y a quien apodaban "El niño de oro", así como a su esposa, Giovana Quevedo Gastélum, así como al agente de la Policía Ministerial, Juan Felipe López Olivas; al Policía Estatal, Jorge Tello Sánchez, y al cuidador de autos, Juan Durán Marroquín.
    En ese ataque también resultaron heridos los ex subcomandantes de la Policía Ministerial, José Ángel Castro Aldana y Pedro Pérez López.
    Para no entorpecer las investigaciones, el director de la Policía Ministerial, Jesús Antonio Íñiguez, renunció al cargo y cuando se le buscó ya se había vuelto "ojo de hormiga".
    La memoria de estos hechos no debe consistir en un simple recuerdo, sino en iluminadora guía que nos sirva para actuar en el presente y, sobre todo, pergeñar el porvenir.