Sugey Estrada/Hugo Gómez
Algunas personas repudian el ocio, pues lo igualan a la pereza, la madre de todos los vicios.
El ocio se define como: "Cesación del trabajo, inacción o total omisión de la actividad. Obras de ingenio que alguien forma en los ratos que le dejan libres sus principales ocupaciones".
No es simple pérdida del tiempo. El poeta Quinto Ennio, en el Siglo 2 antes de Cristo, lo utilizó para significar la serenidad del mar; es decir, la tranquilidad de espíritu de quien estaba alejado del trajín de la vida diaria y del trabajo obligado para obtener el sustento, dijo Alfonso Ortega Carmona en El humanismo europeo y otros ensayos.
En su tragedia Ifigenia, Ennio escribió: "Quien no sabe hacer uso del ocio está más ocupado que cuando se ocupa de un asunto... en un ocio ocioso la mente no sabe ni qué quiere".
Si Ennio habla de un ocio ocioso, quiere decir que existe otro ocio que es creador. Se trata del ocio con dignidad de que habló Cicerón, o de la ocupación divertida y reposada a que se refirió Góngora: "Diversión u ocupación reposada, especialmente en obra de ingenio y estudio, porque éstas se toman regularmente por descanso de otras tareas".
Aristóteles, en el octavo libro de la Política, consideró embrutecedor el trabajo asalariado, porque no deja tiempo libre para ejercitarse en la virtud.
"Hay que considerar embrutecedor todo trabajo, arte y disciplina que inutilice el cuerpo, el alma o la inteligencia de los hombres libres para el uso y la práctica de la virtud. Por eso, llamamos embrutecedoras a todas las artes que disponen a deformar el cuerpo, y también a los trabajos asalariados, porque privan de ocio a la mente y la hacen vil", manifestó.
¿Practico el ocio creador o el ocio ocioso?
rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf