Juan Diego Casanova Medina / Por Esto
Como he señalado en otras ocasiones, mientras más analizo el caso de Sinaloa más me sorprende la simulación, el divorcio entre las palabras y los hechos y las ocurrencias convertidas en política pública. Veamos.
Primero. En países como Perú fue conocido cómo Fujimori, un gobernante totalitario de triste memoria, utilizó el baile y la danza como una forma de diferenciarse de sus antecesores y hacer "química" con sus electores. Hoy, el señor Malova repite la misma fórmula. Por esa razón a través de Infomex Sinaloa solicité la siguiente información: "Solicito me proporcione información de cuántos eventos celebrados en la presente administración, el Gobernador ha participado con bailes o movimientos similares y cuáles han sido los beneficios de esta política pública desglosados por evento, nombre, fecha correspondientes a los años 2011, 2012, 2013 y hasta julio del presente año".
La oficina del señor Yamuni me dijo que esa información no la tenía él, pero con toda seguridad la Secretaría General de Gobierno me proporcionaría los datos solicitados. Al hacer la misma solicitud a la Secretaría General de Gobierno, la respuesta fue que esa información no fue generada, adquirida, transformada y conservada, por lo que "ante la imposibilidad jurídica y material para generar la información objeto de la solicitud, se declara como inexistente la información por usted requerida".
En otras palabras, la Secretaría General de Gobierno no sabe lo que hace el Gobernador y, por ende, no lleva un conteo o seguimiento de sus acciones, lo que es bastante grave ese divorcio entre sus atribuciones y lo que lleva a cabo.
Segundo. Lo cierto es que hay evidencia empírica de que sí ha bailado en eventos oficiales, pero se desconoce de dónde salió la idea y cómo ha impactado en beneficio de los sinaloenses semejantes movimientos físicos que más bien generan pena ajena.
Es verdad que el Gobernador no puede con todo por sí mismo, de ahí que debe rodearse de expertos en distintas áreas para que le ayuden a tomar las mejores decisiones posibles. El Manual de Organización de la oficina del Gobernador de Sinaloa dispone que son atribuciones, entre otras de su cuerpo de asesores, "alertar oportunamente sobre áreas de oportunidad, amenazas o factores de impacto para el Ejecutivo y las dependencias estatales", así como "dirigir y diagnosticar temas específicos relacionados con la gobernabilidad y la política pública".
Al solicitar las prendas académicas y profesionales de los asesores del señor Malova, la respuesta no fue una sorpresa vista la política estímulo-respuesta del Gobierno de Sinaloa. El equipo de asesores tiene un común denominador: bajo perfil, ausencia de reconocimientos en sus áreas de interés y experiencia mínima y en mandos operativos, lo que explica que las cosas en Sinaloa estén así.
Un gobernante debe rodearse de las mejores expresiones de capacidad, experiencia y preparación para acompañar el ejercicio de gobierno. El problema, en todo caso, radica en el señor Malova, porque hay personas que saben que saben, es lo ideal pero hay muy pocas en el mundo; hay otras que no saben que saben; algunas más que no saben, pero quieren saber, el ideal práctico de un gobernante; pero con Malova se ha inaugurado una nueva categoría: las personas que no saben que no saben, y aquí sí no hay remedio alguno.
Tercero. Sólo una persona con estas características nombraría al siguiente cuerpo de asesores: a) Alonso Hernández Contreras, cuyo mayor mérito fue haber sido agente del Ministerio Público Federal; b) Josafat Moraila Rangel, cuyo distintivo máximo es ser crítico de cine, acaso porque el Gobierno de Sinaloa se haya convertido en una obra de vodevil (que es definida como comedia frívola, ligera y picante, de argumento basado en la intriga y el equívoco); c) Constanza Ximena Canobbio Godínez, que ha hecho de todo, desde análisis de sistemas de seguridad hasta gestión de calidad, pero lo más grave: doña Constanza se presenta como "licenciada en Políticas Públicas", con lo que viola lo dispuesto en el artículo 13 de la Ley de Profesiones del Estado de Sinaloa, que a la letra dice: "Artículo 13. Se entiende por ejercicio profesional, para los efectos de esta ley la realización habitual a título oneroso o gratuito de todo acto o la prestación de cualquier servicio propio de cada profesión, aunque sólo se trate de simple consulta o de la ostentación del carácter de profesionista por medio de tarjeta, anuncios, placas, insignias, abreviaturas o de cualquier otro modo". (cursivas mías); d) Gilberto Miguel Peraza Sánchez, cuyo mérito es haber sido consultor de la Tesorería municipal de Hermosillo, Sonora; e) Miguel Ángel Navarrete Higuera, cuya tesis fue sobre Austin: Economía y música; f) Juliana Plata Ericón, cuya principal credencial es haber ocupado el respetable cargo de asistente de la dirección administrativa de Navolato, y quien al igual que doña Constanza, se presenta como "licenciada" sin serlo, incluyendo en el ilícito previsto en el citado artículo 13 de la Ley de Profesiones; g) Delia María López Meza, quien ganó el primer lugar del conocido a nivel nacional e internacional maratón de conocimientos en Mercadotecnia Zona Noroeste; h) Jesús Adán López Madrid, quien viene con todo el conocimiento de haber sido analista asistente de la Dirección de Planeación y Evaluación de Políticas Públicas de la Secretaría de la Secretaría de Innovación Gubernamental; e I) María de los Ángeles López González, quien tiene en su haber una Maestría en Estudios sobre América del Norte por la UAS.
¿Por qué Malova no se rodeó de los mejores perfiles de los y las sinaloenses para gobernar y escogió personas con abreviadas carreras que están más para recibir asesorías que para darlas? ¿Qué se puede esperar de Malova cuando es el que predica con el ejemplo de violar la ley al tener en su primer equipo a probables responsables de delitos?
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