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"Reflexiones"

"Cómo se manifiesta el ego de la envidia"

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05/04/2014

    Héctor Tomás Jiménez

    "La envidia es una declaración de inferioridad".
    Napoleón
    La envidia es un ego muy pernicioso para el ser humano, tanto que pudiera decirse que así como es el cáncer para el cuerpo, lo es la envidia para el alma. En efecto, la envida es un sentimiento muy doloroso para quien lo padece, tanto, que destruye la vida misma de las personas, pues enfocadas en el bien o bienes de los demás, descuidan la construcción de su propio futuro. Además de un sentimiento, la envidia es una emoción que está ligada al resentimiento y al nivel de la autoestima, pues ésta por lo general se manifiesta baja en las personas envidiosas. Como lo dijo Napoleón, "La envidia es una declaración de inferioridad".
    La envidia es considerada por la Iglesia como un pecado capital porque propicia el nacimiento de otros egos igualmente perniciosos para el ser humano, pues lesiona la capacidad de amar al prójimo, sentimiento que fue instituido por Jesús cuando dijo: "Amaos los unos a los otros".
    Son muchas las ocasiones y circunstancias por las que puede sentirse envidia, y son también muchas las personas que podemos, en algún momento de nuestra vida, sentir envidia por algo o por alguien, sin embargo, es importante distinguir el nivel y grado de ese sentimiento, pues es posible que no todo sea malo, pues en el sentido positivo, la envidia es una mezcla de admiración acompañado de un deseo intenso de conseguir lo envidiado, y de tal magnitud, que se convierte en el motor del deseo de logro.
    Lo anterior significa que no todos la sentimos en el mismo grado ni nos comportamos igual al sentirla, pues la envidia perniciosa se distingue de aquélla, cuando junto con el sentimiento de envidia, se procura el daño de la cosa o la persona a quien se envidia, haciendo incluso todo lo posible para cumplir el secreto deseo de: "Si no es mío, no puede ser de nadie". Así actúa el envidioso, pues prefiere que algo bueno se destruya o se dañe para dejar de desearlo.
    Cuenta un terapeuta que en cierta ocasión un paciente le confesó que sentía mucha envidia por un compañero de trabajo que tenía un hermoso auto deportivo rojo, tanta, que le propinó un golpe deliberadamente para que perdiera el atractivo y así fue como, dijo él, dejo de desearlo. Se curó de la manera más negativa posible.
    Comentó también que otra persona víctima de la envidia, le confesó que algún tiempo atrás había conocido a unas personas que aparentaban bonhomía y amistad, por lo que fueron correspondidas de manera amable, por lo que no le pareció raro que demostrándole a ella cierta admiración, empezaron a averiguar cosas tratando de saber lo que sentía, pensaba y hacía, e incluso, halagaban su buen gusto por la ropa y los accesorios de vestir. Fue cuando le empezaron a pedir dinero prestado y objetos en regalo, cuando se dio cuenta que después de ayudarlos o de hacerles los regalos que me pedían, daban vuelta la cara y se alejaban tratando de evitarla con cualquier excusa; e incluso, empezaron a comentar que "no las saludaba", "que era muy sangrona", "que presumía cosas que no merecía" entre otras por el estilo. La recomendación del psicólogo fue que pusiera una sana distancia de aquellas personas con el fin de sanear la situación, tanto que prefirió vender su propiedad y cambiarse de casa a otro barrio más distante. Dejó de frecuentarlas y sus problemas terminaron.
    Es por ello que en el ámbito de la psicología, la envidia es definida como un sentimiento experimentado por aquel que desea intensamente algo poseído por otro y que le daña la capacidad de gozo o disfrute. La persona envidiosa es insaciable porque su envidia proviene de su interior y por eso nunca puede quedar satisfecha, ya que siempre encontrará otro en quien centrarse.
    Quien siente la envidia se autodestruye, pues es también como un veneno que corroe el alma de las personas hasta aniquilarlas, así como también, puede acarrear consecuencias negativas a quien es objeto del mismo. Se trata, sin duda, de un mal destructivo que, es conveniente mantener lo más lejos posible, y a las personas que identificamos que la sienten, es preferible mantenerlas en una sana distancia y procurar que no se den cuenta de nuestros logros con el fin de no ser el blanco de sus envidias. JM Desde la Universidad de San Miguel.
    udesmrector@gmail.com

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