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"Malecón"

"Colapsa el sector pesquero"

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MALECÓN
17/08/2020

    Una manta en el plantón de pescadores realizado frente a la Conapesca, en Mazatlán, denuncia la realidad en el sector pesquero mexicano: “Con dádivas no vamos a sobrevivir”.
    El sector pesquero ha sido, durante décadas, el laboratorio para las peores ideas, programas y ocurrencias de los gobiernos mexicanos, y al final nos encontramos con el peor de los escenarios: pobreza, sobreexplotación y hartazgo, tanto de los funcionarios como de los pescadores.
    El Gobierno de la 4T prometió mucho, pero al final se ha dado cuenta del tamaño del reto y ha renunciado a actuar, los pescadores están más solos que nunca, acaso conectados a una delgada línea de apoyo de subsistencia, similar a la que entrega la 4T al resto de personas vulnerables en el País.

    La historia que
    nunca funcionó
    En la pesca mexicana se ha intentado de todo, desde las cooperativas hasta el apoyo a los grandes productores, pero salvo algunas empresas que siguen en pie, la mayoría de los pescadores, sobre todo los de a pie, están en la ruina.
    El círculo vicioso de los apoyos a la pesca comienza con el paternalismo que se ha ejercido desde el Gobierno federal, entregando apoyos en equipo, en efectivo y subsidios que nunca han producido lo que se esperaba: un sector económicamente sano.
    Los pescadores, convertidos, en carne electoral se han acostumbrado a recibir sin vigilancia alguna, si el gobierno realizara una auditoría a los pescadores que recibieron equipo encontraría que la mayoría los vendió para comer.
    Eso sin hablar de la enorme corrupción que impera en el sector y que ha permitido que los permisos de pesca terminen en unas cuantas manos, obligando al resto de los pescadores a trabajar para los propietarios de los permisos.
    La corrupción también ha provocado la sobreexplotación de los recursos, dejando mares completamente desolados, donde aún los mejores programas de pesca fracasan. No se puede pescar donde no hay peces.

    La Conapesca de la 4T
    Raúl Elenes Angulo, Comisionado Nacional de Acuacultura y Pesca, llegó con las mejores intenciones al edificio de la Avenida Camarón Sábalo en Mazatlán, pero le ha deber sobrado una semana para darse cuenta de la realidad.
    La Conapesca es una de las instituciones federales que perdió el 75 por ciento de sus recursos, afectada por la política de austeridad impuesta por el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
    Elenes Angulo guardó silencio y se puso a trabajar, pero poco se puede hacer en un sector donde precisamente lo que hace falta son recursos.
    En el sector pesquero desaparecieron todos los programas importantes de apoyo a los pescadores, solo sobrevive el de la ayuda directa: mínima, electoral, una especie de limosna, las “dádivas” de las que se quejan los pescadores.
    Y regresamos al círculo vicioso: ¿qué se puede administrar si no hay recursos? ¿qué se puede explotar de manera racional si las especies están sobreexplotadas? ¿qué puede hacer un funcionario que fue sentado en una silla, pero al que se le arrebató todo el poder?, su capacidad de maniobra es mínima.
    Sin dinero, ni posibilidades de ofrecer nada, Elenes Angulo ha desaparecido del mapa político, y es ahí donde los pescadores critican su falta de capacidad de gestión.
    La lógica de la política en México dicta que si no tienes recursos, agarra un avión, preséntate en México y pide. Pero Elenes Angulo ni tiene ni pide.

    El hartazgo
    Los pescadores mexicanos han aguantado dos años de Gobierno de la 4T, pero finalmente han salido a protestar, ocupando las instalaciones de la Conapesca.
    La mayoría votó por el cambio, pero al final todo ha venido a peor, antes los gobiernos por los menos hacían cómo que sabían, repartían como si tuvieran y miraban para otro lado cuando se pescaba lo prohibido.
    Hoy, los pescadores se enfrentan al peor de los escenarios: el precio de los combustibles es sencillamente incosteable, salir al mar es una apuesta que difícilmente pueden ganar.
    Cuando los pescadores van a salir a pescar, lo menos que necesitan es que no les cueste una fortuna la salida, porque en la pesca no hay nada seguro. Un refrán pesquero ejemplifica muy bien lo azaroso del negocio: “Es pesca, no pizca”.
    Las necesidades del sector pesquero son tan grandes y complejas que aquí intentaremos darles una idea del tamaño del reto.

    Las necesidades
    Los recursos que necesita cualquier programa que intente reflotar al sector pesquero son tan cuantiosos que sería necesario que el Gobierno federal al completo interviniera.
    El reto comprende una nación completa empobrecida, incapaz de competir a nivel internacional, descuidada, sin equipo, harta y envejecida, los pescadores jóvenes hace mucho que escaparon a otros sectores económicos.
    Contener la sobreexplotación de las escasas especies que han sobrevivido a la rapiña sin límites implicaría un programa de orden y vigilancia que sobrepasa a cualquier equipo que actualmente opere en el País.
    Además está el elemento de la inseguridad, desde hace décadas el sector pesquero ha sido golpeado severamente por grupos armados, asaltos, robos y todo tipo de pillajes.
    Y si a eso le agregamos que el sector ha sido utilizado como mulas para transportar droga, el escenario se convierte en algo que está más allá de las capacidades de las policías locales o estatales.
    Quizá la única salida posible a corto plazo sea la de elegir pequeñas zonas donde se pueda aplicar un programa de verdadero ordenamiento pesquero, un concepto utilizado hasta hacerlo perder su sentido por todos los gobiernos que han metido mano en la pesca.

    ¿Y los recursos?
    El problema es encontrar los recursos para sacar adelante al sector pesquero.
    La política de austeridad del gobierno de la 4T ha dejado sin recursos a las dependencias del País y los pocos que hay están orientados a los proyectos sexenales de un Presidente que solo mira hacia el sur.