Editorial
Con el arranque del programa de vacunación en contra del Covid-19 y la posibilidad de que pronto tengamos el primer paquete de vacunas en México, poco o nada hemos sabido de las famosas vacunas y la vacunación en China, país donde surgió el virus que afecta a todo el mundo.
La otra vacuna que ha acaparado los medios de comunicación ha sido la vacuna rusa, la comentada Sputnik-V, que ya comienza a distribuirse en Rusia, aunque no sabemos de su eficacia, salvo la información que ha dado a conocer el propio gobierno ruso.
Estados Unidos y Rusia se han encargado de hacer de la búsqueda de la vacuna para terminar con la pandemia una carrera donde parece que ellos son los únicos protagonistas, sin embargo, esto está muy lejos de ser la realidad.
Resulta que mientras estadounidenses y rusos apenas comienzan a distribuir su vacuna, China ya inmunizó a alrededor de un millón de personas en su territorio, además de que ha combatido con tal éxito los contagios que apenas encuentra los suficientes casos para seguir haciendo pruebas, en su propio territorio.
Los chinos tienen, por lo menos, tres vacunas en un estado avanzado de pruebas y aunque son, por naturaleza, reacios a dar a conocer los resultados, el simple hecho de que hayan podido contener el número de contagios nos habla de sus alcances.
Otro problema que dificulta el acceso a las vacunas chinas es la tradición del Gobierno chino de politizarlo todo, y ya han convertido a sus vacunas en parte de proyectos internacionales de influencia.
Para China, el mundo es un tablero de ajedrez y cada una de sus decisiones están motivadas por ese juego donde aspiran a convertirse en líderes mundiales.
El asunto es que sus vacunas no llegan, esperemos que cuando se decidan a compartirlas no sea demasiado tarde.