No se puede declarar la guerra al mundo entero y esperar a salir sin un rasguño, eso ya lo entendió Donald Trump.
Un solo hombre ha conseguido poner a la economía del mundo en un desfiladero, pero en el último segundo, el propio Trump se dio cuenta que también Estados Unidos sería arrastrado al despeñadero.
Con enemigos por todos lados y una economía interna a punto de colapsar, el Presidente estadounidense se tragó sus palabras y anunció una tregua de 90 días con el mundo entero, excepto con su principal rival: China, al que sigue sometiendo a la tortura de los aranceles.
Aún con riesgo de salir raspado, Trump se puede dar el lujo de mantener una guerra comercial con China, pero eso de salir a repartir puñetazos hasta a sus amigos y aliados, terminó haciendo temblar a la economía más poderosa del mundo.
En un mundo globalizado es muy difícil intentar esconderse detrás de una muralla de aranceles, sobre todo cuando tú has sido el principal impulsor de esa globalización.
Hoy, Estados Unidos vive una de las contradicciones económicas más absurdas de su historia, pero su margen de maniobra es muy pequeño. El problema es que mientras su Presidente realiza sus experimentos económicos, el mundo entero sufre sus ocurrencias.
El peso mexicano, por su parte, ha viajado en una ruleta rusa, pero finalmente ayer parecía estabilizarse, junto son las bolsas del planeta, donde los economistas ya no sienten lo duro sino lo tupido.