Los mexicanos vivimos agobiados por la frase: “El pueblo tiene el gobierno que se merece”, aunque cuando volteamos a ver a nuestros gobernantes parece que estamos sufriendo a unos gobernantes que realmente no nos merecemos.
Por lo menos eso sucede cuando vemos en vivo y a todo color las transmisiones del Senado, donde nuestros representantes suelen armar unos sainetes propios de un nivel de barrio arrabalero.
En esta ocasión los principales protagonistas de un zafarrancho penoso fueron la Senadora Lilly Téllez, famosa por sus enfrentamientos y arengas políticas sin mucho sentido.
El todopoderoso Senador Gerardo Fernández Noroña, allegado al poder morenista, y célebre en todo el País por lo que sale de su boca y no por sus acciones en favor de la patria.
Y con la representación sinaloense, nuestro Senador, Mario Zamora, que además de sus derrotas, comienza a hacerse famoso por su capacidad para involucrarse con los peores.
Téllez arremetió contra Noroña, a quien insultó, con el pretexto de llamarlo a aceptar que representa a un grupo político aliado con el narcotráfico en Sinaloa.
Noroña se defendió pidiendo el respeto que nunca otorga cuando él sube a tribuna, y pasó rápidamente de agresor a agredido.
Al ver el enfrentamiento, Zamora no pudo quedarse fuera del pleito y subió a tribuna a retar a golpes a Noroña, argumentando que subía a defender a una mujer, como si se encontrara en el patio de recreo de una secundaria.
Téllez y Noroña son viejos histriones del peor espectáculo carroñero de nuestra política, pero el que sorprende al unirse a la vieja parodia del golpeteo político sin sentido es el Senador sinaloense, que en el pasado proceso electoral se ofreció para dirigir los destinos de los sinaloenses desde la Gubernatura.
Hoy, por lo pronto, da cierta tranquilidad verlo a la distancia ofrecerse a pelear a golpes con otro Senador y no convirtiendo a Sinaloa en un ring de boxeo.