Editorial
Todo apunta para que la elección presidencial en Estados Unidos se defina gracias al voto por correo, una situación inédita en la política estadounidense y que podría retrasar durante días o semanas el resultado final.
Por primera vez en la historia de las elecciones de nuestro vecino, más de 100 millones de personas utilizaron el correo para votar, empujados por el miedo a un contagio por Covid-19.
Si tomamos en cuenta que en la elección pasada votaron 138 millones de estadounidenses en total, podríamos darnos una idea de la importancia que tendrá el voto por correo durante el conteo.
Otra dato histórico en esta elección es la enorme cantidad de ciudadanos que votaron, seguramente la más alta participación en las elecciones presidenciales de EU, un país lastrado por el abstencionismo.
La elección entre los dos principales candidatos, Donald Trump y Joe Biden, ha sido tan cerrada que no fue posible conocer un ganador durante la noche del proceso, como tradicionalmente se hace, en su lugar los dos candidatos principales dieron a conocer su opinión.
Trump, como se esperaba, se declaró triunfador, mientras Biden pidió paciencia, pero lo único cierto es que nadie sabe el resultado y seguramente el Presidente no aceptará fácilmente un resultado que no le favorezca.
Desde este momento la elección presidencial de Estados Unidos entra en terreno desconocido, nunca los estadounidenses habían estado en una situación parecida, con un Presidente azuzando a sus seguidores, menospreciando el sistema electoral y asegurando que ganó, aunque no tenga las pruebas.
El desenlace es imprevisible y los efectos, no solo en Estados Unidos, sino en el mundo están por verse.
Mientras los estadounidenses protagonizan una elección inédita, repleta de peligros, el mundo observa, con evidente preocupación, el final de una mala película donde todos son un poco villanos.
