Editorial
Apenas vamos iniciando la emergencia sanitaria y comenzamos a fallar como sociedad, y nos referimos a los ataques físicos y verbales que han ocurrido en numerosos centros médicos en contra del personal sanitario.
Mal equipados, puestos en primera línea de la defensa y arriesgando su vida por los demás, el personal médico, en lugar de aplausos y el agradecimiento eterno de la ciudadanía, recibe ataques, ¡increíble!
Es cierto, los mexicanos somos muy sensibles al tema de la muerte de un familiar, y aún después de muerto lo seguimos acompañando, dejando en claro el cariño y el respeto que le teníamos, pero hay que entender que vivimos tiempos excepcionales.
Las autoridades desaconsejan los velorios largos y concurridos, algo que para mucha gente es algo impensable, aún y cuando las personas arriesguen su vida al acudir a una ceremonia fúnebre.
El manejo que se da a personas contagiadas por Covid-19 y que han perdido la vida es un manejo especial, con ataúdes sellados o la incineración, todo esto manteniendo a los familiares y amigos lo más lejos que se pueda de los restos del contagiado.
Desgraciadamente esto atenta directamente en contra de nuestras tradiciones, algo que seguramente causará muchos problemas en las próximas semanas y meses.
Los velorios y entierros podrían convertirse en focos de contagios, causando todavía una mayor pena a las familias que pierden a un ser querido.
Revisando la experiencia de países que han sido afectados por el coronavirus antes que nosotros es fácil darse cuenta que el número de fallecidos seguirá creciendo, al grado que la muerte se vuelva una noticia cotidiana, la pregunta es si sabremos manejar una situación de esta naturaleza.
Hay que estar preparados para el escenario más difícil, pero antes que nada debemos entender que el personal sanitario está para ayudarnos y lo único que les debemos es gratitud.