Editorial
Sin mucho ruido, ayer la sinaloense Tatiana Clouthier asumió una de las secretarías más importantes del Gobierno federal, la Secretaría de Economía.
La Diputada federal llega al Gabinete del Presidente Andrés Manuel López Obrador en un momento muy complicado, con la pandemia todavía afectando gravemente a la economía nacional y dominando todos los espacios de comunicación.
Hablar del papel que desempeñará en una secretaría de esa naturaleza es complicado, ya que en México los puestos no hacen a los políticos, sino al revés, son los políticos los que finalmente desarrollan o no el puesto para el que son designados.
Cualquiera pensaría que la Secretaría de Economía debería de normar la economía nacional, sin embargo, la secretaria saliente, Graciela Márquez Colín, se va sin pena ni gloria, sin haber demostrado jamás que pesaba en las decisiones económicas del País.
En su lugar, el empresario Alfonso Romo se encargó de las relaciones con los empresarios mexicanos y finalmente salió del Gobierno cuando se dio cuenta que no conseguía imponer sus decisiones frente a un Presidente preocupado por otros temas.
Clouthier llega a una secretaría apagada, ya sin Romo en el horizonte, y con la encomienda de convertirse en el verdadero puente entre empresarios y gobernadores con la Presidencia, y con la personalidad que la caracteriza seguramente logrará el cometido.
La pregunta es ¿qué margen de maniobra le permitirá el Gobierno de la 4T para hacer su trabajo? y si será capaz de contentar a empresarios por un lado y al Presidente por el otro, una tarea nada fácil.
Sin embargo, si consigue que su trabajo repercuta positivamente en la economía mexicana un mundo de posibilidades políticas se le abrirán en el futuro inmediato.
En estos tiempos hacen falta líderes con integridad y a Tatiana le sobra trabajo y honradez, por el bien de todos esperemos que pueda llevar a buen puerto el encargo que le ha hecho el Presidente.
