Cuando el huracán Hilary, de categoría 3, se dirigía hacia la Península de Baja California el 18 de agosto, Mazatlán ya había padecido los efectos del paso por el océano Pacífico de “Dora” y “Calvin”, que provocaron inundaciones, caída de árboles y de infraestructura urbana.
Pero la cercanía de “Hilary” ya auguraba la verdadera temporada de huracanes para Sinaloa y los estados del noroeste: aunque pasó frente a Mazatlán y se internó en tierra en una zona poco poblada de Baja California Sur, para seguir su recorrido hacia el norte ya como tormenta tropical.
Fueron llamados de atención para las autoridades y la población, una tormenta causa estragos en una ciudad como Mazatlán.
La tormenta de la madrugada del miércoles y la que le siguió la noche del mismo día evidenció lo mal que estamos preparados para capotear un temporal de grandes dimensiones.
La hidrografía y el plano urbano de Mazatlán juegan en contra ante un fenómeno meteorológico fuerte.
Esta vez los daños fueron más evidentes, la caída de infraestructura de energía eléctrica provocó un gran daño a la población, que padeció horas sin el suministro en una época que el calor es insoportable sin ventiladores o sistemas de aire acondicionado, ni hablar de los productos almacenados en refrigerador.
Sobra decir que las personas que tienen pacientes en casa o en hospitales sufren una calamidad por la falta de energía eléctrica.
La caída de espectaculares y de estructuras de todo tipo evidencia que no hay una supervisión para evitar la poca seguridad con que estas instalaciones son colocadas..
Además la caída de árboles que pueden dañar a personas, las inundaciones recurrentes en Mazatlán y en zonas bastante conocidas provocan un caos en toda la cadena productiva del puerto.
Es también preocupante ver a personas a las orillas del arroyo Jabalines cuando el cuerpo de agua ya linda su cauce y los presentes no miden el peligro, es alarmante que autoridades ni población prevén que hay tempestades más grandes que una tormenta.
Es hora de prevenir antes de tener un huracán encima, no es deseable, pero hay que estar preparados.
Se debe actuar con cautela, poner en práctica toda la experiencia acumulada en sortear este tipo de fenómenos y evitar toda actividad innecesaria que pueda poner en riesgo la integridad física propia o de otras personas. Con prevención podemos salir airosos de estos fenómenos naturales.