Una de las mejores maneras de que un sitio se convierta en un lugar atractivo para las inversiones es que tenga la capacidad de ofrecer los servicios que los proyectos requieran.
Por eso, es que algunas zonas del País se desarrollan mejor que otras, porque cumplen con las condiciones para emprender sus negocios y asegurar que no habrá fallas en ellos.
En los últimos años, Mazatlán ha sido el foco de las inversiones turísticas en Sinaloa, con una cantidad importante de desarrollos habitacionales enfocados a la oferta para los visitantes.
Y eso es bueno, pues permite que junto con los procesos de construcción, se genere una derrama económica alrededor de ellos pues incentiva la circulación de efectivo en otras actividades productivas, con la mano de obra incluida.
Sin embargo, el ritmo de crecimiento que ha tenido la ciudad no ha ido de la mano en la capacidad de la administración local para garantizar servicios de calidad, sobre todo para el resto de la población.
Y eso debe servir de alerta sobre la forma en cómo se ha ido planeando no solo el crecimiento de la zona urbana en cuanto a los desarrollos que están siendo autorizados, sino también en las capacidades para atender los servicios.
Mientras no haya una reacción de parte del Gobierno al rezago que presenta, la ciudad seguirá presentando problemas en el derrame de aguas residuales, que ya ha tenido sus consecuencias, como la contaminación de la playa de Olas Altas.
Seguro la ciudad seguirá siendo atractiva para que más inversionistas quieran desarrollar sus proyectos en este destino turístico, pero si no se hace algo lo suficientemente ordenado, la ciudad seguirá pagando las consecuencias.
Qué bueno que haya un desarrollo de la ciudad, con sus consecuencias económicas. Pero qué bueno sería también que desde ya se tomen acciones para que los problemas que hoy presenta la ciudad se resuelvan y no se agudice con el crecimiento anunciado.
