Seguridad vial

    Se necesita entonces de voluntad para que la autoridad se haga presente y corrija esas cosas que por ahora están funcionando mal y como en el caso del desorden que impera en las vialidades, llegan a costar hasta vidas. No se trata tampoco de que haya medidas autoritarias en las que se empiecen a prohibir cosas, pero sí, lo mínimo, es que a todos se les obligue a cumplir con los reglamentos.

    A pesar de la alta incidencia que se tiene de los accidentes en motocicleta, las autoridades han optado por guardar silencio y ver hacia otro lado, como si el problema que se tiene en las vialidades no fuera su responsabilidad.

    Las tragedias en las calles, avenidas y carreteras de Sinaloa se cuentan a diario, tal vez por algún problema en la calle, tal vez por la falta de pericia del conductor, tal vez por no estar en buenas condiciones, pero problemas ocurren todos los días.

    Y pasan porque a pesar de que se cuenta con reglamentos que se deben respetar y que se deben hacer respetar, todos han sido omisos y en muchos de los casos, en la vía pública impera la energía.

    Sí, los peatones se quejan de la inseguridad en la calle, sí, los conductores se lamentan y acusan a los otros de causar desorden y sí, la autoridad se ha mantenido como si no pasara absolutamente nada.

    Y son situaciones que permiten evaluar la calidad de quienes tienen la responsabilidad de poner orden en todos los espacios de orden público.

    Porque en la medida en que una autoridad empieza a ser omisa respecto a sus responsabilidades con el orden público, empieza también a ser tolerante respecto a otras infracciones que pueden llegar a actos de corrupción.

    Y se necesita entonces de voluntad para que la autoridad se haga presente y corrija esas cosas que por ahora están funcionando mal y como en el caso del desorden que impera en las vialidades, llegan a costar hasta vidas.

    No se trata tampoco de que haya medidas autoritarias en las que se empiecen a prohibir cosas, pero sí, lo mínimo, es que a todos se les obligue a cumplir con los reglamentos.

    Tener comunidades ordenadas resulta benéfica para todos, porque se brindan espacios seguros. Voltear hacia otro lado fingiendo que no ocurre nada, sólo alienta a que los problemas, como en este caso el desorden en las calles, se siga acrecentando.