Respeto a las reglas

    El uso de la calle y de los espacios públicos necesita tener un orden y no sólo para lo más elemental, la del respeto a las reglas de convivencia, sino sobre todo, para la seguridad de quienes la usan.

    El uso de la calle y de los espacios públicos necesita tener un orden y no sólo para lo más elemental, la del respeto a las reglas de convivencia, sino sobre todo, para la seguridad de quienes la usan.

    En las vialidades, quienes conducen vehículos y quienes hacen un uso peatonal de ellas, deben entender que hay reglas en las que hay prioridades que se deben acatar y asegurar con ello la seguridad de los otros.

    Pero en el momento en que esas reglas se rompen, llegan los problemas a las ciudades, como ocurre en Sinaloa. Los accidentes se incrementan porque se olvidan de las reglas que hay que seguir, acatar y buscar respetar.

    Si eso pasara, dejarían de ocurrir los accidentes que en su momento llegan a ser mortales y terminan convirtiéndose en un problema social, porque el riesgo de estar en la vía pública se incrementa para todos.

    Por eso importa la intervención de la autoridad, no sólo para sancionar, que eso debería ser importante siempre y cuando esté encaminado a reeducar a quienes infringen la Ley. Urge su intervención para orientar a todos y que se entienda la importancia de acatar las disposiciones legales que hay en ese sentido.

    Y eso también aplica para los espacios públicos, como las áreas peatonales y los parques, donde debe haber reglas de convivencia que a todos corresponde cumplir.

    Como ejemplo, está el acompañamiento de mascotas. Aunque se trata de medidas de seguridad y de higiene que a todos impacta, aún no ha quedado claro en comunidades como las de Sinaloa, en la que debe prevalecer el respeto hacia los demás.

    En zonas de concurrencia, por ejemplo, es común que las mascotas estén sin correa y pone en peligro no sólo a quienes ahí se encuentran, sino a las mascotas mismas.

    Y aunado a ello, hay quienes asumen que la limpieza de las heces les corresponde a otros, no a ellos, y eso genera un foco de contaminación.

    Seguir las reglas debería ser una tarea fácil, sólo falta que se conozcan y que alguien, la autoridad, vigile que se cumplan. Eso generaría entornos seguros para el tránsito y la convivencia.